Revista Opinión

Tea Party

Publicado el 08 noviembre 2010 por Cronicasbarbaras

Seguramente usted vio alguna película de Clint Eastwood, el vaquero implacable, el predicador con biblia y revólver, el policía honrado pero sanguinario, el obrero irritado porque su empresa se deja pisar por la competencia extranjera, el sargento que entrena soldados hasta que son máquinas.

Todos esos tipos son, ante todo, individualistas, defensores de un código moral y religioso medio calvinista que es su propia ley, despectivos con las autoridades y la burocracia, amantes de las armas porque su Constitución nació con ellas.

Junta usted muchos miles de estos personajes, indignados ahora con el fracaso económico y los programas socializantes de Barack Obama, y tendrá los Tea Party.

Es la América original, ya minoritaria, porque EE.UU. va haciéndose viejo y europeizándose.

Esa gente, a veces violenta y desconocedora del resto del mundo, o sus hijos, salvaron al mundo de los nazismos-comunismos, crearon y difundieron la cultura contemporánea y una ciencia que ha duplicado nuestra esperanza de vida.

De eso están orgullosos los estadounidenses; y los que más, esos individualistas del Tea Party, compuesto por gentes de toda raza y origen que rechazan, por ejemplo, la seguridad social impuesta por Obama.

Pelearían para evitar que una niña de diez años inmigrante ilegal llegara a su país a dar a luz a cuenta de unos servicios sociales que nunca pagaron los suyos.

Dicen: mi salud me la pago yo. Que cada uno se responsabilice de la suya. Ningún necesitado morirá, si no quiere. Pero no por obligación, sino por los Medicare y Medicaid, seguridades básicas, y con la caridad administrada en nuestras iglesias.

Pero su mundo se extingue lentamente. Su triunfo de ahora es un grito de agonía. Por eso Clint Eastwood es tan importante: durante siglos sus películas recordarán el libertario espíritu pionero de su país.


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