Escoge una mujer de la cual puedas decir: “hubiera podido elegirla más bella, pero no mejor…” Pitágoras
En el siglo V a.C. y mucho antes del nacimiento de La Bruja Hipatia de Alejandría, Pitágoras abrió la puerta de su Escuela a las mujeres. En esta “hermandad”, más que academia, apareció un nuevo modo de convivencia entre el mundo masculino y el femenino y una nueva forma de comunidad inteligente y disciplinada. Las “Pitagóricas”, chicas que generalmente provenían de familias aristócratas, eran tratadas como iguales por sus compañeros varones y compartían codo a codo con ellos, las enseñanzas del venerado maestro Pitágoras.
Con la Matemática como ciencia de la excelencia, las Pitagóricas aprendieron a reconocer en los números “personalidad”, “masculinos y femeninos”, “perfectos o imperfectos”, “bellos y feos”; a guardar celosamente secretos como el descubrimiento de los números irracionales y también trataron con el número de oro Φ, razón áurea, número dorado o de Fidias, en honor al escultor griego. Números más números, ritmo, armonía, elegancia moral, mística comprensión de la belleza y todo el rico simbolismo pitagórico estaban allí para esas mujeres ávidas de conocimiento.
En el círculo de féminas que asistía y rodeaba a Pitágoras destacó Téano, tan famosa por su belleza como por su erudición. Se sabe que se casó con su maestro cuando éste tenía unos sesenta años y ella, menos de la mitad. Al igual que su marido, Téano buscaba la perfección y la armonía. Según algunos historiadores fue autora de una biografía de Pitágoras, un teorema sobre la proporción áurea y aportó a la teoría de los números, de los poliedros regulares, a la cosmología, el origen del Universo, a la Física, la Medicina y escribió el trabajo Sobre la Piedad del que se conserva un fragmento.
Themistoclea, sacerdotisa de Elfos, fue otra de las mujeres que contribuyó enormemente en la Escuela con sus conocimientos sobre doctrinas éticas y aunque algunos afirman que fue hermana del propio Pitágoras, nada apoya o refuta el dato;
Damo de Crotona, Myia o Myria, consideradas por varios autores como hijas de Téano y Pitágoras, Babelyca de Argos, Boio de Argos, Cheilonis, Echekrateia de Phlius, Ekkelo y Okkelo de Lucania, Habroteleia de Tarento, Kleaichma, hermana de Autocharidas de Esparta. Kratesikleia, Lastheneia de Arcadia, Arcadia, la hermosa Seusipo, Peisirhode de Tarento, Philtys y seguramente muchas otras que quedaron atrapadas en los pliegos de la historia, fueron alguna vez orgullosas Pitagóricas que difundieron desde la Italia meridional hasta Roma y de allí a toda Europa las “vibraciones metafísicas” de la Escuela, la filosofía y armoniosa sabiduría del fundador.
Por su lado, Pitágoras, el líder político y religioso de voz cautivadora y la maravillosa Téano, vivieron su amor en un territorio de relaciones y propiedades numéricas insospechadas y confiaron sus almas a ese ordenado y armonioso universo que supieron concebir.
1. Los pitagóricos introdujeron los denominados números amigos y números perfectos (recordemos que un número es perfecto cuando es igual a la suma de sus divisores excepto él mismo; por ejemplo, el número 6 es un número perfecto porque 6 = 1 + 2 + 3)
Fuentes:
. Las Mujeres en la Escuela Pitagórica. Juan Núñez Valdés y María Luisa Rodríguez Arévalo. Departamento de Geometría y Topología. Facultad de Matemáticas. Universidad de Sevilla. Sevilla (España).. Grandeza y servidumbre de la Mujer. Una cultura, una civilización, una fe” Pittaluga, Gustavo. Editorial Sudamericana – 1946
. Pitágoras. Juan B. Bergua. Biblioteca de Bolsil. Vol. 37
. Las mujeres en la historia de la ciencia Pág. 188- Ciencia y género. Eulalia Pérez Sedeño, Paloma Alcala. Editor Eulalia Pérez Sedeño. Editorial Complutense, 2001
. Wikipedia: enlaces en texto.
Imágenes: Internet