16 noviembre 2016
La cocinaArnold Wesker
Teatro Valle-Inclán - Centro Dramático Nacional
18 de noviembre a 30 de diciembre de 2016
La cocina está inspirada en el tiempo que Arnold Wesker trabajó como cocinero en un hotel y se basó en sus experiencias personales. El personaje de Peter, por ejemplo, es muy parecido a alguien que él conoció, según reconoció en la entrevista publicada en Primer Acto en 1973. Está ambientada en la cocina del restaurante Marango’s de Londres en el año 1953. Se desarrolla a lo largo de un día de trabajo, mientras el personal atiende los servicios de comida y cena. No hay una trama, no existe una historia que se desarrolle en el sentido convencional. A lo largo del día conocemos las vidas de los personajes. En palabras de Arnold Wesker: Yo he mostrado la fachada de la cocina, y luego la he abierto un poco para que se viera lo que hay podrido dentro. Está dividida en dos partes que coinciden con la finalización del servicio de comidas que da paso a un descanso y de nuevo al trabajo con el servicio de la cena.
La plantilla del restaurante la componen 35 trabajadores de distintos países; un alemán, un chipriota, un italiano, una francesa y un irlandés, además de los británicos. No destacan personajes principales aunque se atiende un poco más a la relación de Peter y Monique. La obra, escrita en 1953, tiene cercano el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial y eso enturbia las relaciones entre algunos de los trabajadores. El autor pretende mostrar el mundo del trabajo alienante, el trabajo por dinero sin esperanza. El mundo del proletariado. Como él mismo afirmó, es una cocina, pero podría ser una fábrica o una oficina.
“El mundo pudo haber sido un escenario para Shakespeare; para mí es una cocina: donde los hombres van y vienen y no pueden quedarse el tiempo suficiente para comprenderse, y donde las amistades, amores y enemistades se olvidan tan pronto como se realizan.” (A. Wesker).
El Londres de los años 50, en plena posguerra, es el marco elegido por Wesker para bocetar una metáfora del mundo en que vivimos, mezclando nacionalidades, razas y culturas diversas, y obligándoles a colaborar y a convivir –y sobrevivir– en torno al epicentro creativo de un restaurante de 1 000 comensales diarios, donde trabajan y se deshumanizan día a día. Pero no es la deshumanización de los personajes lo que me interesa, sino precisamente el latido, los sueños y los anhelos que aún habitan en ellos.
Un elenco heterogéneo formado por veintiséis intérpretes, representando a las diecisiete comunidades autónomas, llenará de palabras en distintas lenguas, de acentos, de gestos, de baile, de música, y sangre, sudor y lágrimas un espacio concebido en 360 grados, en el que la imaginación, la magia, y el trabajo con los sentidos envolverá al espectador durante poco más de dos horas.Sergio Peris-Mencheta