A algunas personas, los techos altos les espantan… que si, en invierno todo el calorcito se va arriba, que si, con qué visto las paredes, que sí, qué hago con las lámparas, cómo las cuelgo…
Lo que para unos son todo inconvenientes, para otros es un mundo de posibilidades y esto es lo bonito de las profesiones creativas como la de decorador de interiores, que el resultado no tiene que gustar a todo el mundo, ni todo el mundo tiene que vivir con ello.
Para gustos están los colores, las formas, la ropa, las modas, la música, el cine, los libros… que a nosotros no nos guste algo, no significa que no sea válido 100% y que guste a otros. Debemos respetarlo y admirarlo, aun sabiendo que nuestro gusto es otro. (¿Se lee entre líneas que algunos deben aprender a criticar constructivamente? Por que esa era la intención :P).
Este apartamento de 83 m2 a las afueras de Estocolmo forma parte de una urbanización en un edificio que fue fábrica de cuero hace años y que ha sido reconvertido en viviendas, de ahí, los techos altos, las vigas de acero, los grandiosos ventanales, las tuberías vistas y otros detalles industriales.
A nosotros nos parece una magnífica forma de reciclar los edificios antiguos y dar vida a barrios industriales abandonados en las grandes ciudades. Lugares perfectamente válidos para vivir con algunas modificaciones.
En cuanto a los techos altos, la mejor actitud es buscarle los puntos positivos y sacarle todo el partido posible, uno de los más importantes la iluminación natural. Techos altos y grandes ventanales es una perfecta combinación, las estanterías ligeras y altas para almacenar mucho, los muebles del mismo color de la pared, para que se camuflen e integren sin cortar el espacio visual o simplemente, aprovechar toda esa altura extra para crear altillos, balconadas tipo duplex, etc.
Ser abiertos y curiosos nos ayuda a ver las cosas positivas y a respetar todos los gustos ¿no creéis? ¡Feliz miércoles!
Vía: Alexander White