En el caso de las sociedades capitalistas, es la mistificación del 'experto' lo que permite a los tecnócratas presentar sus 'soluciones' a los problemas económicos o sociales como si se basaran en una teoría 'objetiva' fundada en premisas 'científicas'. En realidad, su teoría está basada mucho más en suposiciones que dan por sentado el statu quo existente del sistema de economía de mercado y todo lo que esto implica en lo que se refiere a la desigualdad en la distribución de los recursos, el ingreso y la riqueza. Así, separar la sociedad del Estado y la economía ha convertido la política y la gestión de la economía en un 'arte' y una 'ciencia' respectivamente, en las que los 'expertos' (políticos profesionales, economistas, etc.) desempeñan un papel crucial en la toma de decisiones. En contraste, un principio esencial sobre el que estaba basada la democracia ateniense (en la que la sociedad no estaba separada del Estado) era que en política no hay ciencia sino solo la opinión de los ciudadanos. De modo que, como hace notar Castoriadis, fueron los griegos antiguos quienes introdujeron la idea de que "en asuntos políticos no hay ciencia, en otras palabras, un conocimiento sistemático basado en las pruebas, la formación especializada, etc., sino doxa, es decir, la opinión de los hombres, que, por supuesto, también debería ser fruto de una formación y que mejora con la experiencia, pero que no es una ciencia."Takis Fotopoulos, Hacia una democracia inclusiva, pág. 298.
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