Según el texto de Langdon Winner ¿Tienen política los artefactos?, existen tecnologías cuyo uso flexible permite pensar en su uso dentro de diferentes sistemas políticos y económicos. Sin embargo hay otras tecnologías cuyo aceptación nos lleva directamente a aceptar cierto sistema político o económico. En este sentido es interesante observar a nuestro alrededor ejemplos de ambos tipos y determinar si se trata de una tecnología que podríamos abandonar o usar en un sentido político diferente o si son por el contrario tecnologías rígidas que, una vez decidimos usar, no tienen otro camino posible.
Un buen ejemplo puede ser el e-Commerce gestionado por grandes compañías que cuentan con grandes infraestructuras de clasificación y reparto. Comprar a través de plataformas de comercio electrónico centralizado nos está llevando a centralizar todos los pedidos hacia países con una alta tasa de contaminación, que fabrican productos de baja calidad, poco respetuosos con el medio ambiente y que explotan a sus trabajadores. Productos que vienen de muy lejos y cuyo transporte eficiente conlleva una huella de carbono enorme si lo comparamos con un comercio local y de cercanía. Sin embargo, una aplicación diferente de esta misma tecnología nos podría llevar a localizar los productos locales más cercanos, respetuosos con el medio ambiente y de empresas locales. Es además la forma de poder comprar y vender bienes desde sitios remotos que de otra forma estarían despoblados. Poca gente se plantea vivir en un pueblo pequeño y alejado de grandes urbes si no tiene internet y la posibilidad de hacer pedidos online. Pocos negocios podrían vivir hoy día y vender desde esos mismos rincones sin un sistema que asegure que sus productos se pueden vender más allá de donde llega su vehículo a diario.
Es el uso de la tecnología el que conlleva unas consecuencias u otras. Es una tecnología flexible, aunque ahora mismo se use de forma masiva para la primera y lamentable opción.
El uso del vehículo particular es sin embargo un tema menos flexible. Ya tengas un vehículo de gasolina, diesel o eléctrico, si decides comprar y usar un vehículo particular estás participando de una tecnología con una eficiencia muy baja (apenas del 1% de la energía que usa un vehículo se usa para moverse... el resto es rozamiento, calor y el transporte de la propia carga del vehículo). Los coches eléctricos no son mucho mejores pues apenas suponen un 2-2,5% de eficiencia. Comprar un coche implica aceptar la tecnología con que se fabrican, el uso de materiales que vienen de muy diferentes sitios del mundo y por otro lado el uso de millones de kilómetros de carretera que han cicatrizado nuestros países con suturas de alquitrán. Barreras biológicas para muchas especies, millones de toneladas de materiales artificiales repartidos por todo el mundo para llegar hasta el sitio más pequeño. Comprar un coche es poco flexible. Lo uses más o menos, cuando compras un vehículo particular ya has decidido por un sistema que te permite moverte con autonomía en detrimento del medio ambiente.