Pues todo parece apuntar a que, definitivamente, Seth MacFarlane se ha acabado convirtiendo en la gran esperanza blanca del humor americano. Su origen catódico tampoco debería ser algo que nos extrañara en exceso, ya que de todos es sabido que la gran mayoría de los grandes cómicos americanos de las últimas décadas provienen de la pequeña pantalla (del Saturday Night Live para ser más exactos). Pero pocos contaban con MacFarlane después de que en 2001 se cancelara su buque insignia: la serie de animación Padre de familia. Por suerte, algunos años más tarde, y debido a la presión popular, la serie volvió a las pantallas e incluso se le sumaron un par más de nuevos proyectos: Padre made in USA y El show de Cleveland. Actualmente vive un momento dulce de su carrera, con gran éxito de audiencia en sus programas televisivos, con un previsto salto cinematográfico de su serie más conocida: Padre de familia, habiendo ya sido confirmado como conductor de la próxima ceremonia de los premios Oscar, y habiendo estrenado su primera película como director: Ted.
Nos encontramos frente a la típica historia sobre un tipo con un síndrome de Peter Pan de seis pares de narices, incapaz de hacer frente a las nuevas obligaciones derivadas del hecho de hacerse mayor y sin ninguna aspiración de futuro más allá de la de jugar a la playstation y fumarse unos petas con su mejor amigo. Por cierto, a todo esto, su mejor amigo es un oso de peluche. Y es que cuando el prota era pequeño, y aprovechando la típica estrella fugaz que atraviesa el cielo en medio de una mágica noche, el muchacho pidió el deseo de que su tierno osito de peluche, de nombre Ted, cobrara vida para poder estar juntos el resto de sus vidas. Lo que el muchacho no sospechaba es que Ted, años después, también habría crecido y se habría convertido en un liante, borde, putero y politóxico compañero de farras de tomo y lomo.
Tal situación no hace especialmente feliz a la novia del protagonista, una chica con los pies en el suelo, que ha madurado antes que él y que se ve obligada a cargar con la mala influencia que supone Ted para su pareja. Será entonces cuando la chica le obligará a tomar una difícil decisión: elegir entre ella o el oso. Llegados a este punto cabe remarcar que, en mi caso, si Mila Kunis me pidiera que me deshiciera de mi viejo oso de peluche de la infancia, no dudaría en coger un cuchillo y rajarlo de arriba a abajo sin ningún tipo de miramiento, ofreciendo todo su relleno a la actriz en señal de ferviente veneración. Si en lugar de un oso de peluche se tratara de mi mejor amigo de la infancia, pues lo mismo. Dicho queda.
Seth MacFarlane pone la voz al protagonista animado en la versión original del film, algo que ya lleva haciendo hace años en sus series: suya es la voz de Peter, Brian y Stewie Griffin (Padre de familia), Stan y Roger (Padre made in USA) y de Tim (El show de Cleveland). En cuanto a los personajes de carne y hueso, están interpretados por Mark Wahlberg y Mila Kunis. El primero ya había probado suerte en la comedia en Noche Loca y Los otros dos, y ella es la voz de Meg en Padre de familia desde la segunda temporada.
La película contiene elemento muy reconocibles de los productos MacFarlane: como un personaje no humano que habla e interactua con el resto de personajes (en Padre de Familia es un perro, en Padre Made in USA son un pez, un alien y un koala y en El show de Cleveland es un oso); una larga y brutal pelea entre sus dos personajes protagonistas (algo también ya visto en sus series, como las peleas entre Peter y un gallo gigante o las de Stewie y Brian); cameos de personajes populares; o continuas bromas sobre pedos y películas de los ‘80. Pero es como si MacFarlane hubiera cogido todos estos elementos, tan suyos, y los hubiera ido colocando, de forma desperdigada, dentro de una comedia romántica de estructura típica y tópica, tan alejada de lo que suelen ser sus productos televisivos.
Ted tiene sus buenas dosis de comedia gamberra, con drogas, alcohol y pilinguis; un oso de peluche, con aspecto tierno, de lo más marrullero; y un par de bromas de nivel (especialmente acertado todo el momento Flash Gordon, que casi compensa el resto de metraje). Pero aquí se acaba todo. Lo que prometía ser el gran salto a la gran pantalla del enfant terrible de la televisión americana actual termina resultando un divertimento que se queda a medio gas y que, a pesar de las buenas intenciones no pasa de ser un producto encorsetado dentro de la férrea estructura, tanto de fondo como de forma, que supone una comedia romántica en los tiempos actuales.
Resumiendo: Descafeinado debut cinematográfico del cómico de moda en la televisión USA, con algún gag de nivel, pero bastante escasos.