En el Estado de los judíos, que es el manifiesto del sionismo político publicado en febrero de 1896, Theodor Herzl, tras haber comprobado el antisemitismo creciente, propone crear dos organismos. El primero la Society of Jews, será un poder político encargado de obtener, con el apoyo de la comunidad internacional, una soberanía sobre un territorio determinado (en estos momentos todavía no está decidido si Palestina o Argentina). El segundo, la Jewish Company, deberá trasladar el programa sionista a la práctica organizando la emigración de los judíos, comprando nuevas tierras y dotando al Estado de todos los instrumentos necesarios. En 1897 Herzl convoca en Basilea el primer congreso sionista que se esforzará por obtener en Palestina un hogar nacional reconocido públicamente y garantizado jurídicamente.
Theodor Herzl sabe que una organización moderna necesita dinero y hombres. Dinero no consiguió ya que no consiguieron convencer a los filántropos judíos como el barón de Rothschild. Pero Herzl lo compensa mediante la búsqueda del apoyo de las masas. Dentro del propio judaísmo, el sionismo se enfrentaba con dificultades. En la Europa occidental el sionismo iba al encuentro del ideal de integración defendido por las autoridades religiosas: en el Este se encontraba frente a dos resistencias, una la ortodoxia judía, que rechazaba las pretensiones de Herzl, y por otro lado el socialismo judío.
Frente a ello, Theodor Herzl hace una llamada a las masas, y en 1903 más de 200.000 judíos han enviado a la organización sionista el shekel simbólico.
De 1896 a 1902 Theodor Herzl emplea sus esfuerzos en intentar convencer al Imperio otomano para que elabore una carta con los derechos y los deberes de los judíos instalados en Palestina. Herzl gastó mucho dinero en sobornos para acceder a los altos cargos otomanos, que le dijeron que ellos no querían autorizar la llegada de judíos a Dar al Islam (la Tierra del Islam).
Después de este fracaso, Herzl se dedicó a la búsqueda del apoyo europeo. Quería atraerse el apoyo de Alemania, pero aunque se encontró con el emperador Guillermo II en Jerusalén en noviembre de 1898, comprobó rápidamente que no podía esperar nada de Berlín. En cambio, en Londres las cosas parecían que iban por mejor camino. Gran Bretaña se enfrentaba a una importante inmigración de judíos de Europa del Este, buscaba como desviarlos hacia otros destinos. Herzl, se percató que para empezar tenía que aceptar otros territorios que no fueran Palestina como el Sinaí o Chipre. La nueva ola de pogroms que se había iniciado en Rusia a partir de 1903 imponía este recurso como solución provisional. Esto explica la propuesta de 1903 del gobierno inglés de establecer una colonia judía en Uganda. Esto es discutido en el seno de la Organización Sionista y finalmente es descartada. Pero marca un hito en el movimiento sionista. Por primera vez, se reconoce oficialmente que los judíos forman una nación de pleno derecho.
La muerte de Theodor Herzl en 1904 abre un periodo de luchas que desemboca en una redefinición del sionismo. En 1911 es elegido presidente de la Organización Otto Warburg que formaba parte del grupo denominado sionistas “prácticos”. Estos, de origen ruso, piensan que la diplomacia no es suficiente para construir un hogar nacional y optan, sobre todo, pro reforzar la presencia judía en Palestina para crear un Estado de hecho.
Este hecho además es reforzado en 1904 cuando se inicia una segunda oleada de inmigración que pone las bases del futuro Estado de Israel. El pogrom de Semana Santa de 1903 en Kishinev, instigado por el propio zar, abre una nueva página para el judaísmo ruso. Un enloquecimiento general se apodera de los judíos de Rusia, que parten hacia Estados Unidos. Sin embargo, cuarenta mil de ellos eligen Palestina. Estos pioneros de la segunda aliya (inmigración) son jóvenes recién salidos de las escuelas o de las universidades con motivaciones ideológicas muy fuertes. Además estaban impregnados del marxismo y del socialismo ruso.
Es a través del trabajo agrícola como quieren sintetizar la utopía igualitaria. Ya no quieren ser propietarios de tierras, como lo hicieron la primera oleada de inmigrantes en 1880. Las realizaciones llevadas a cabo por este grupo son inmensas. Los dos partidos obreros, de los que nacerá posteriormente el partido laborista organizan oficinas de empleo, mutuas, clubs sociales y cajas de seguros de enfermedad. Estos pioneros, entre los que se encuentra David Ben Gurión, futuro primer ministro del Estado de Israel, crean también en 1909 la primera Kvutza, poblado cooperativo del que posteriormente surgirá el Kibbutz (comunidad colectivista, esencialmente agrícola). El mismo año se establece en Galilea una fuerza de autodefensa, lo que presagia las ya difíciles relaciones con los árabes.
Esta segunda aliya presagia el surgimiento de una cultura hebraica específica, especialmente desde el punto de vista educativo. El hebreo se difunde como lengua de comunicación, lo cual permite la creación de una red de escuelas, y el auge de la prensa y de la literatura.
En el escenario internacional es Haim Weizmann quien predica el sionismo. En 1907 lanza la idea del “sionismo sintético” que propugna la acción combinada entre la diplomacia y el trabajo en Palestina. Es en la primera guerra mundial cuando la causa del sionismo da un vuelco espectacular.
Al principio del conflicto, los sionistas se inclinan por Alemania, por oposición a Rusia. A partir de 1916 giran a favor de los aliados, especialmente Gran Bretaña, gracias a Weizmann. Los contactos que tuvo éste con Lloy George dan como resultado la carta dirigida a Lord Rothschild en la que el gobierno británico declara contemplar favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para los judíos. Esta declaración fue confirmada por el mandato confiado por la Sociedad de Naciones a Gran Bretaña y constituye el punto de inicio de la consolidación del sionismo como realidad estatal en Palestina. Ahora bien, los dirigentes saben que para materializarlo tienen que defender su causa en tres terrenos a la vez: la comunidad internacional, los judíos de Palestina, y el apoyo del mundo judío internacional.
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