Lo bueno que tienen las corrientes de aire, entre otras cosas, es que, aprovechadas convenientemente, ayudan a recorrer grandes distancias con un esfuerzo mínimo.Eso lo sabían de sobra Violeta y Galvia: una pareja de gaviotas, de pico y patas amarillas, que llevaban ya un par de años volando juntas; unas veces, en alta mar, dejándose mecer por aquellas cálidas corrientes de aire; otras, formando parte de esa escolta que anuncia la llegada de un barco de pesca en su regreso a casa, tras toda la noche faenando, cargado de pescado.― Au-kyee-Kyee…―decía Violeta, contenta por todo lo que se avecinaba…― Au-kyee-kau-kau-kau ―contestaba Galvia, feliz también porlas ilusiones que llevaban compartiendo en los últimos días.Ese sonido que puede parecer de angustia y extremada agonía, en realidad es una parte entrañable de los pueblos bañados por el mar y sin la que no se concibe la vida en ellos. Los quejidos de las gaviotas interpretan los “solos” de la melodía marina, en la que el murmullo suave y rítmico de las olas al romper en la playa, junto a las roncas bocinas de los barcos en sus llegadas y partidas de los puertos, representan el acompañamiento.Así se estaba comunicando la pareja de gaviotas patiamarillas mientras surcaban los cielos a escasas millas de la costa. Trataban de adivinar, entre la calima que a aquellas horas de la mañana abrazaba el litoral, la llegada de alguno de los barcos pesqueros, con las bodegas llenas de pescado, que regresaban a sus hogares tras una noche de trabajo agotador entre el vaivén de las olas, el sudor de sus frentes y el penetrante olor a gasoil. Así, solucionarían sus problemas de alimentación para el día que estaba aún despertando.― Galvia, debemos decidir dónde vamos a colocar el nido ―dijo Violeta con cierto aire de preocupación―. En pocos días será la puesta de huevos y debemos pensarlo bien para que nuestros polluelos crezcan seguros ―concluyó, asumiendo ya la responsabilidad de su futura maternidad.………………………………………………………..Mira esa ola que se está formando. Dijo Violeta mientras se lanzaba sobre ella: le apasionaba mezclarse con la espuma que se iba formando, para a continuación nadar impulsándose con sus patas provistas de unas muy eficientes membranas que unían sus dedos. Estaban felices pensando que pronto serían padres de tres o cuatro polluelos a los que les enseñarían todo lo que ellas sabían.……………………………………..― Papá, ¿cuándo vas a arreglar la antena de la televisión? Siempre se fastidia cuando estoy viendo la serie que ponen todos los martes y ya sabes que me gusta mucho ―le dijo a Armando su hijo, enfadado porque su padre le prometía y prometía…, pero la antena seguía estropeada.……………………………………………………………………….Ahora la urgencia era terminar, sin dilación, de acondicionar el nido que no estaba todo lo protegido y seguro que se requería, debido al adelanto imprevisto. Por ello, aunque las gaviotas nunca dejan sus huevos sin cuidado ―tratan de evitar que puedan ser comidade animales depredadores, incluso de otras gaviotas; y los protegen de la acción de las personas que, de vez en cuando, solían subir al tejado para destruir sus nidos y los huevos en su interior, y así evitar el molesto trajinar de estos animales sobre las tejas y, sobre todo, sus incómodos excrementos que todo lo corroen―, decidieron salir las dos a la vez: Violeta a procurar comida para ambos, y Galvia…………………………………………
Ya arriba, Armando se topó con un nido a medio hacer con tres huevos muy grandes y muy bonitos en su interior. Se quedó mirándolos, ensimismado, con ganas de cogerlos, pero…reparó en que eran de gaviota y, mirando asustado en todas direcciones, trató de descubrir dónde se encontraba la pareja a la que pertenecían. Sabía lo agresivas que son esas aves…………………………………………………― Ahí va el primero ―lo lanzó Armando cuando comprobó que su hijo estaba preparado para, con la red que sostenía con ambas manos, amortiguar la caída del óvulo.Lo lanzó y…cayó en la red. Lo sacó con cuidado, Carlos. Su padre lanzó, entonces, el segundo y…pluf………………………………………………― ¡Kyow, kyow! ―era la señal de peligro que Violeta lanzó al aire cuando a lo lejos -que lo estaba y mucho-, gracias a su magnífica vista, divisó un humano en las proximidades del nido.…………………………………………………………………………