¿Por qué hay preocupación de que los teléfonos celulares puedan causar cáncer u otros problemas de salud?
Existen tres razones principales por las que la gente se preocupa de que los teléfonos celulares (también llamados teléfonos "inalámbricos" o "móviles") puedan causar ciertos tipos de cáncer u otros problemas de salud:
- Los teléfonos celulares emiten energía de radiofrecuencia (ondas de radio), una forma de radiación no ionizante. Los tejidos que están más cerca de la antena pueden absorber esta energía.
- El número de usuarios de teléfonos celulares ha aumentado rápidamente. De acuerdo a la Asociación de Telecomunicaciones Celulares e Internet (Cellular Telecommunications and Internet Association), para el año 2014, había más de 327.5 millones de personas suscritas a servicios de teléfonos celulares en los Estados Unidos. Este es un aumento de casi tres veces los 110 millones de usuarios que había en el año 2000. A nivel mundial, la Unión Internacional de Telecomunicaciones calcula que la cifra de personas suscritas a servicios de teléfonos celulares es de 5 mil millones.
Con el tiempo, el número de llamadas diarias con teléfonos celulares, la duración de cada llamada y la cantidad de tiempo que las personas usan dichos teléfonos han aumentado. Sin embargo, los adelantos de la tecnología de teléfonos celulares han resultado en aparatos que tienen menores emisiones de energía que los modelos anteriores.
La hoja informativa del NCI sobre la Exposición a campos magnéticos y el cáncer incluye información sobre redes de áreas locales inalámbricas (conocidas como Wi-Fi), sobre estaciones base de teléfonos celulares y sobre teléfonos inalámbricos.
¿Qué es la energía de radiofrecuencia y cómo afecta al cuerpo?
La energía de radiofrecuencia es una forma de radiación electromagnética. La radiación electromagnética se puede clasificar en dos tipos: ionizante (p. ej., los rayos X, el radón y los rayos cósmicos) y no ionizante (p. ej., la radiofrecuencia y la frecuencia baja en extremo o la frecuencia eléctrica). La radiación electromagnética se define de acuerdo a su amplitud de onda y a su frecuencia, la cual es el número de ciclos de una onda que pasa un punto de referencia por segundo. Las frecuencias electromagnéticas se describen en unidades llamadas hercios (Hz).
La energía de la radiación electromagnética se determina por su frecuencia; la radiación ionizante es alta frecuencia y, por lo tanto, alta energía, mientras que la radiación no ionizante es baja frecuencia y, por lo tanto, de baja energía. Más información sobre la radiación ionizante puede encontrarse en la página de Radiación.
La frecuencia de la radiación electromagnética de la radiofrecuencia comprende entre 30 kilohertz (30 kHz o 30,000 Hz) a 300 gigahertz (300 GHz o 300 mil millones Hz). Los campos electromagnéticos en rango de radiofrecuencia se usan para aplicación en telecomunicaciones, incluso en teléfonos celulares, en televisiones y transmisiones de radio. El cuerpo humano absorbe energía de aparatos que emiten radiación electromagnética de radiofrecuencia. La dosis de energía absorbida se calcula usando una medida llamada tasa de absorción específica (SAR), la cual se expresa en vatios por kilogramo del peso corporal.
La exposición a la radiación ionizante, tal como de rayos X, se sabe que aumenta el riesgo de cáncer. Sin embargo, aunque muchos estudios han examinado los posibles efectos para la salud de la radiación no ionizante procedente de radares, de hornos de microondas, teléfonos celulares y de otras fuentes, no existe actualmente evidencia firme de que la radiación no ionizante aumente el riesgo de cáncer (1).
El único efecto biológico reconocido firmemente de la energía de radiofrecuencia es el calentamiento. La capacidad de los hornos de microondas para calentar los alimentos es un ejemplo de este efecto de la energía de radiofrecuencia. La exposición a la radiofrecuencia por el uso de teléfonos celulares no causa calentamiento en el área del cuerpo (oído, cabeza, etc.) en donde se apoya un teléfono celular o algún otro aparato. Sin embargo, no es suficiente para aumentar la temperatura corporal en forma que se pueda medir y no hay otros efectos claramente establecidos en el cuerpo por la energía de radiofrecuencia.
Se ha sugerido que la energía de radiofrecuencia podría afectar el metabolismo de la glucosa, pero dos pequeños estudios que examinaron el metabolismo de glucosa cerebral después de usar un teléfono celular mostraron resultados incongruentes. Mientras que un estudio mostró un mayor metabolismo de glucosa en la región del cerebro próxima a la antena en comparación con tejidos en el lado opuesto del cerebro (2), el otro estudio (3) encontró un metabolismo menor de glucosa en el lado del cerebro en donde se usó el teléfono.
Otro estudio investigó si la exposición a la energía de radiofrecuencia de los teléfonos celulares afectaba el flujo de sangre en el cerebro y no encontró evidencia de tal efecto (4).
Los autores de estos estudios indicaron que los resultados son preliminares y que se desconocen aún resultados posibles para la salud de los cambios en el metabolismo de la glucosa. Tales resultados incongruentes no son raros en estudios experimentales de los efectos biológicos de la radiación electromagnética de la radiofrecuencia (5). Algunos factores que contribuyen incluyen las asunciones que se usan para calcular las dosis, la falla en considerar los efectos de temperatura y la falta de enmascarar para los investigadores el estado de exposición.
¿Cómo se mide la exposición a la energía de radiofrecuencia en los estudios epidemiológicos?
Los estudios epidemiológicos usan información de varias fuentes, incluso de cuestionarios y datos de proveedores de servicios de teléfonos celulares. Todavía no es posible hacer mediciones directas fuera de un entorno de laboratorio. Los cálculos tienen en cuenta lo siguiente:
- Con qué "regularidad" los participantes del estudio usan teléfonos celulares (el número mínimo de llamadas por semana o por mes)
- La edad y el año cuando los participantes del estudio usaron por primera vez un teléfono celular y la edad y el año que lo usaron por última vez (permite calcular la duración y el tiempo desde el principio del uso)
- El número promedio de llamadas de teléfono celular por día, por semana o por mes (frecuencia)
- La duración promedio de una llamada típica del celular
- El número total de horas de uso en lo que llevan de vida, calculado por la duración de una llamada típica, por la frecuencia del uso y por el tiempo de uso
La energía de radiofrecuencia, al contrario de la radiación ionizante, no causa daño al ADN que pueda conducir al cáncer. El único efecto biológico que se observa con constancia en humanos es el calentamiento de tejido. En estudios con animales, no se ha encontrado que cause cáncer o que incremente los efectos causantes de cáncer de carcinógenos químicos conocidos (6-8). El Instituto Nacional de Ciencias Ambientales de la Salud (NIEHS), el cual es parte de los Institutos Nacionales de la Salud, está llevando a cabo un estudio a gran escala en roedores acerca de la exposición a energía de radiofrecuencia (el tipo usado en teléfonos celulares). Esta investigación se efectúa en laboratorios altamente especializados que pueden especificar y controlar las fuentes de radiación y medir sus efectos. Los resultados preliminares de este estudio fueron publicados en mayo de 2016 y están siendo revisados por expertos del NCI.
Los investigadores han llevado a cabo varios tipos de estudios epidemiológicos para investigar la posibilidad de que exista una relación entre el uso de teléfonos celulares y el riesgo de tumores cerebrales malignos (cancerosos), tales como gliomas; así como tumores benignos (no cancerosos), como neuromas acústicos (tumores en las células del nervio responsable de la audición); la mayoría de los meningiomas (tumores en las meninges, las cuales son membranas que cubren y protegen al cerebro y a la médula espinal); y los tumores de glándula parótida (tumores en las glándulas salivales) (9).
En un tipo de estudio, llamado estudio de casos y controles, se compara el uso de teléfonos celulares por personas con estos tipos de tumores y por personas que no tienen dichos tumores. En otro tipo de estudio, llamado estudio de cohortes, se hace el seguimiento a un grupo grande de personas por un tiempo determinado y se compara el índice de estos tumores entre las personas que usaron teléfonos celulares y las que no los usaron. Los datos de incidencia de cáncer pueden también analizarse por un tiempo para ver si los índices de cáncer cambiaron en las poblaciones grandes durante el periodo en que el uso de teléfonos celulares aumentó drásticamente. Estos estudios no han mostrado evidencia clara de una relación entre el uso de teléfonos celulares y el cáncer. Sin embargo, los investigadores han informado de algunas asociaciones estadísticamente significativas para ciertos subgrupos de gente.
Tres estudios epidemiológicos grandes han examinado la asociación posible entre el uso de teléfonos celulares y el cáncer. Interphone, un estudio de casos y controles; el Estudio Danés, un estudio de cohortes; y el Estudio del Millón de Mujeres, otro estudio de cohortes.
Cómo se efectuó el estudio: Este es el mayor estudio de casos y controles relacionado con la salud sobre el uso de teléfonos celulares y el riesgo de tumores de cabeza y cuello. Un consorcio de investigadores de 13 países efectuó este estudio. Los datos se originaron de cuestionarios que completaron los participantes del estudio.
Lo que mostró el estudio: Los análisis más publicados de este estudio no han revelado aumentos estadísticamente significativos en los cánceres de cerebro o del sistema nervioso central que estén relacionados con un mayor uso de teléfonos celulares. Un análisis mostró un aumento estadísticamente significativo, aunque moderado, en el riesgo de glioma en la proporción pequeña de participantes del estudio quienes pasaron más tiempo total en llamadas de teléfonos celulares. Sin embargo, los investigadores consideraron este resultado como no concluyente porque sintieron que el grado de uso reportado por algunos participantes no era probable y que los participantes que reportaron grados más bajos de uso al parecer tenían un menor riesgo de cáncer de cerebro comparados con gente que no usó teléfonos celulares regularmente (5,10,11). Otro análisis reciente de este estudio no encontró relación entre el sitio de tumores de cerebro y las regiones del cerebro que estuvieron expuestas a concentraciones más altas de energía de radiofrecuencia procedente de los teléfonos celulares (12).
Cómo se efectuó el estudio: Este estudio de cohortes en Dinamarca relacionó la información de facturación de más de 358 000 suscriptores de teléfono celular con los datos de incidencia de tumores de cerebro del Registro Danés de Cáncer.
Lo que mostró el estudio: No se observó una asociación entre el uso de teléfonos celulares y la incidencia de glioma, de meningioma o de neuroma acústico, ni siquiera entre personas que habían estado suscritos a teléfonos celulares por 13 años o más (13-15).
Cómo se efectuó el estudio: Este estudio prospectivo de cohortes llevado a cabo en el Reino Unido usó datos obtenidos de cuestionarios que completaron los participantes del estudio.
Lo que mostró el estudio: El uso personal reportado no estuvo asociado con un riesgo mayor de glioma, de meningioma o de tumores que no eran del sistema nervioso central. Aunque los resultados originales publicados reportaron una asociación con un riesgo mayor de neuroma acústico (16), esta asociación desapareció después de seguimiento adicional de cohortes (17).
Además de esos tres estudios grandes, otros estudios epidemiológicos más pequeños se han fijado en las asociaciones entre el uso de teléfonos celulares y el cáncer. Estos son:
- Dos estudios de casos y controles patrocinados por el NCI, cada uno efectuado en muchos centros médicos académicos u hospitales entre 1994 y 1998, usaron datos de cuestionarios (18) o de entrevistas realizadas por computadoras personales (19). Ningún estudio mostró una relación entre el uso de teléfonos celulares y el riesgo de glioma, de meningioma o de neuroma acústico.
- El estudio CERECAT, otro estudio de casos y controles efectuado en muchas localidades de Francia de 2004 a 2006, usó datos recolectados en entrevistas en persona usando cuestionarios regulares (20). Este estudio no encontró una asociación para gliomas o para meningiomas al comparer a usuarios regulares de teléfonos celulares con personas que no los usaban. Sin embargo, las personas que los usaban más tuvieron riesgos significativamente mayores tanto de gliomas como de meningiomas.
- Un análisis en conjunto de dos estudios de casos y controles llevados a cabo en Suecia reportó tendencias estadísticamente significativas de un mayor riesgo de cáncer de cerebro por el grado total de uso de teléfonos celulares y los años de uso entre quienes comenzaron a usar esos teléfonos antes de los 20 años de edad (21).
- Otro estudio de casos y controles en Suecia, parte de los estudios en conjunto de Interphone, no encontró un riesgo mayor de cáncer de cerebro entre los usuarios de teléfonos celulares de 20 a 69 años de edad por largo tiempo (22).
- El estudio CEFALO, un estudio de casos y controles internacional de niños diagnosticados con cáncer de cerebro de 7 a 19 años de edad, no encontró una relación entre su uso de teléfonos celulares y el riesgo de cáncer de cerebro (23).
Investigadores han llevado a cabo también análisis de tendencias de incidencia para determinar si la incidencia de cáncer de cerebro o de otros cánceres ha cambiado en el tiempo en que el uso de teléfonos celulares aumentó dramáticamente. Estos son:
- Un análisis de datos del Programa de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales (SEER) del NCI evaluó la incidencia del cáncer en los Estados Unidos. Este análisis no encontró un aumento de la incidencia de cánceres de cerebro u otros cánceres del sistema nervioso central entre 1992 y 2006, a pesar del aumento dramático del uso de teléfonos celulares en este país durante ese tiempo (24).
- Un análisis de datos de incidencia de Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia para el periodo de 1974 a 2008 tampoco reveló un incremento en la incidencia, ajustada a la edad, de tumores de cerebro (25).
- Unas series de estudios que evaluaron escenarios diferentes (llamados simulaciones por los autores del estudio) se llevaron a cabo mediante el uso de datos de incidencia de los países nórdicos para determinar la probabilidad de detectar varios grados de riesgo como se había reportado en estudios de uso de teléfonos celulares y tumores de cerebro entre 1979 y 2008. Los resultados fueron compatibles con no mayores riesgos por los teléfonos celulares, como lo habían indicado la mayoría de los estudios epidemiológicos. Los resultados sí sugirieron que el aumento reportado entre el subgrupo de usuarios regulares más frecuentes en el estudio Interphone no podia descartarse pero no era probable. Los riesgos altamente mayores reportados en el análisis sueco de conjunto eran fuertemente desacordes con los índices de gliomas en los países nórdicos (26).
- Un estudio de 2012 por investigadores del NCI (27) comparó los índices de incidencia observados de glioma en los datos de SEER para Estados Unidos con los índices simulados de los pequeños riesgos reportados en el estudio Interphone (11) y el riesgo mucho mayor de cáncer de cerebro entre los usuarios de teléfonos celulares reportado en el análisis de conjunto en Suecia (21). Los índices observados en Estados Unidos mostraron que no había aumento, pero no se pudo descartar un riesgo pequeño mayor entre el subgrupo de usuarios más frecuentes del estudio Interphone. Las tendencias de incidencia observadas no concordaban con los riesgos mayores reportados en el estudio conjunto sueco. Estos resultados sugieren que los riesgos mayores observados en el estudio sueco no se reflejan en las tendencias de incidencia en Estados Unidos.
Un número limitado de estudios ha mostrado cierta evidencia de asociación estadística del uso de teléfonos celulares y los riesgos de tumores de cerebro, pero la mayoría de los estudios no han encontrado una asociación. Las razones de estas discrepancias son las siguientes:
- Sesgo de memoria, el cual ocurre cuando los datos de exposiciones y de hábitos pasados se recolectan de los participantes del estudio usando cuestionarios administrados después del diagnóstico de una enfermedad en algunos de los participantes. Es posible que los participantes del estudio que tienen tumores de cerebro recuerden su uso de teléfonos celulares de modo diferente a las personas sin esos tumores. Muchos estudios epidemiológicos del uso de teléfonos celulares y del riesgo de cáncer de cerebro carecen de datos verificables acerca del grado total del uso de teléfonos celulares en un determinado tiempo. Además, las personas que presentan tumores de cerebro quizás tengan una tendencia a recordar haber usado su celular en el mismo lado de la cabeza donde se encontró el tumor, independientemente de si realmente usaron su celular de ese lado de la cabeza por mucho tiempo o solo un poco.
- Informes inexactos, los cuales pueden suceder cuando la gente dice que algo sucedió con mayor o menor frecuencia de lo que realmente fue. La gente puede no recordar cuánto usó los teléfonos celulares en un periodo determinado de tiempo.
- Morbilidad y mortalidad entre los participantes del estudio que tienen cáncer de cerebro. Los gliomas son particularmente difíciles de estudiar, por ejemplo, debido a su alto índice de mortalidad y a la corta supervivencia de las personas que presentan estos tumores. Los pacientes que sobreviven al tratamiento inicial quedan frecuentemente incapacitados, lo cual puede afectar sus respuestas a las preguntas. Además, en el caso de las personas que han muerto, sus parientes más cercanos, por lo general, están menos familiarizados con los patrones de uso del celular de su familiar fallecido, y es probable que no describan dichos patrones con precisión durante una entrevista.
- Sesgo de participación, lo cual puede suceder cuando las personas diagnosticadas con tumores de cerebro tienen más probabilidad que las personas sanas (las cuales son el grupo de control) de inscribirse en un estudio de investigación. Además, los participantes controles que no usaron celulares o que rara vez lo hicieron tenían menos probabilidad de participar en el estudio Interphone que los participantes controles que usaron teléfonos celulares de manera regular. Por ejemplo, el estudio Interphone reportó índices de participación de 78% de pacientes con meningioma (en una escala de 56 a 92% para los estudios individuales), 64% de pacientes con glioma (escala de 36 a 92%) y 53% de sujetos de control (escala de 42 a 74%) (11).
- Tecnología y métodos de uso en cambio constante. Los estudios más viejos evaluaron la exposición a la energía de radiofrecuencia emitida por teléfonos celulares análogos. Sin embargo, la mayoría de los teléfonos celulares actuales usan tecnología digital, la cual opera a una frecuencia diferente y a un nivel menor de electricidad que los teléfonos análogos. Los teléfonos celulares digitales han estado en uso por más de una década en Estados Unidos, y la tecnología celular continúa cambiando (9). Los mensajes de texto, por ejemplo, se han convertido en una forma popular de usar el teléfono celular para comunicarse que no requiere acercar el teléfono a la cabeza. Además, el uso de la tecnología que no requiere del uso de las manos, como los auriculares con cable e inalámbricos, es cada vez mayor y puede reducir la exposición de la cabeza y del cerebro a la energía de radiofrecuencia.
En 2011, la International Agency for Research on Cancer (IARC), un componente de la Organización Mundial de la Salud, designó a una brigada de trabajo de expertos para revisar toda la evidencia disponible sobre el uso de teléfonos celulares. La brigada clasificó el uso de teléfonos celulares como un "posible carcinógeno para humanos", basándose en limitada evidencia de estudios en humanos, limitada evidencia de estudios de energía de radiofrecuencia y cáncer en roedores e inconsistente evidencia de estudios mecanísticos (5).
La brigada indicó que, aunque los estudios humanos eran susceptibles a sesgos, los resultados no podían desecharse basándose solamente en que reflejaban sesgos, y que no podía excluirse una interpretación de causalidad. La brigada de trabajo hizo notar que cualquier interpretación de la evidencia deberá considerar también que las asociaciones observadas podrían reflejar suerte, sesgo o un efecto de confusión más que un efecto causal fundamental. Además, la brigada declaró que la investigación del riesgo de cáncer de cerebro asociado con el uso de teléfonos celulares pone retos metodológicos complejos para llevar a cabo la investigación y en el análisis e interpretación de los resultados.
La American Cancer Society (ACS) declara que la clasificación de la IARC significa que podría haber algún riesgo de cáncer asociado con la energía de radiofrecuencia, pero la evidencia no es suficientemente sólida para considerarse causal y necesita que se investigue todavía más. Las personas que estén preocupadas por la exposición a la energía de radiofrecuencia pueden limitar su exposición, incluso pueden usar auriculares y limitar el uso de teléfonos celulares, especialmente en los niños.
El Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental, (National Institute of Environmental Health Sciences, NIEHS) afirma que el peso de la evidencia científica actual no ha encontrado una relación concluyente entre el uso de teléfonos celulares y algún problema de salud adverso, no obstante es necesario investigar más.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) indica que se ha fallado en replicar estudios que reportan cambios biológicos asociados con la energía de radiofrecuencia y que la mayoría de los estudios epidemiológicos humanos han fallado en mostrar una relación entre la exposición a la energía de radiofrecuencia de los teléfonos celulares y problemas de salud.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos declaran que no hay evidencia científica que responde definitivamente si el uso de teléfonos celulares causa cáncer.
La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) concluye que no hay evidencia científica que establezca una conexión causal entre el uso de aparatos inalámbricos y el cáncer u otras enfermedades.
En 2015, el European Commission Scientific Committee on Emerging and Newly Identified Health Risks concluyó que, en general, los estudios epidemiológicos sobre la exposición a radiación electromagnética de radiofrecuencia no muestran un riesgo mayor de tumores de cerebro o de otros cánceres de la región de la cabeza y cuello (1). El comité declaró también que los estudios epidemiológicos no indican un riesgo mayor de otras enfermedades malignas, incluso de cáncer infantil (1).
¿Qué estudios hay en curso que ayuden a ampliar nuestro entendimiento de los posibles efectos para la salud del uso de teléfonos celulares?Un estudio prospectivo de cohortes a gran escala sobre el uso de los teléfonos celulares y de sus posibles efectos para la salud a largo plazo comenzó en Europa en marzo de 2010. Este estudio, conocido comoCOSMOS, ha inscrito hasta la fecha aproximadamente a 290 000 usuarios de teléfonos celulares de 18 años de edad o más y los seguirá observando durante 20 o 30 años.
Los participantes en COSMOS completarán un cuestionario acerca de su salud, de su estilo de vida y de su uso presente y pasado de teléfonos celulares. Esta información será complementada con la información de expedientes de salud y de las compañías de teléfonos celulares.
El desafío de este ambicioso estudio es continuar observando a los participantes en una gama de efectos de salud durante varias décadas. Los investigadores deberán determinar si los participantes que se retiran del estudio son, de alguna manera, diferentes a quienes se quedan por todo el transcurso del periodo de seguimiento.
Aunque el sesgo de memoria es menor en los estudios como COSMOS que conectan a los participantes con los datos de sus teléfonos celulares, dichos estudios se enfrentan a otros problemas. Por ejemplo, es imposible saber quién usa el celular registrado o si esa persona hace también llamadas usando otros celulares. En menor medida, no está claro si muchos usuarios de un solo celular estarán representados en una sola cuenta de la compañía telefónica.
¿Corren los niños un mayor riesgo de cáncer que los adultos por el uso de los teléfonos celulares?Hay consideraciones teóricas en cuanto a que el riesgo posible deberá investigarse por separado en los niños. Sus sistemas nerviosos están aún en formación y, por consiguiente, son más vulnerables a factores que pueden causar cáncer. Sus cabezas son más pequeñas que las de los adultos y, por consiguiente, tienen una exposición proporcionalmente mayor al campo de radiación de radiofrecuencia emitida por los teléfonos celulares. Y los niños tienen la posibilidad de acumular más años de exposición a los celulares que los adultos.
Hasta ahora, los datos de estudios en niños con cáncer no apoyan esta teoría. El primer análisis publicado provino de un estudio de casos y controles a gran escala llamado CEFALO, el cual se llevó a cabo en Dinamarca, Suecia, Noruega y Suiza. El estudio incluyó a niños que fueron diagnosticados con tumores de cerebro de 2004 a 2008, cuando sus edades eran de 7 a 19 años. Los investigadores no encontraron asociación entre el uso de teléfonos celulares y el riesgo de tumores de cerebro al tiempo de iniciar el uso, la frecuencia del uso o la ubicación del tumor (23).
Hay en marcha varios estudios que proveerán más información. Investigadores del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de España están trabajando en otro estudio internacional de casos y controles -Mobi-Kids- que incluirá a 2000 jóvenes (de 10 a 24 años) con tumores de cerebro diagnosticados recientemente y a 4000 jóvenes sanos. La meta del estudio es aprender más acerca de los factores de riesgo de tumores cerebrales de la niñez. Los resultados se esperan para 2016.
¿Qué pueden hacer los usuarios de teléfonos celulares para reducir su exposición a la energía de radiofrecuencia?La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. ha sugerido algunas medidas que los usuarios preocupados por los teléfonos celulares pueden tomar para reducir su exposición a la energía de radiofrecuencia (28):
- Reservar el uso de los teléfonos celulares para conversaciones más cortas o para momentos en que un teléfono fijo no está disponible.
- Usar un aparato con tecnología que deja las manos libres, como los audífonos alámbricos, los cuales ponen más distancia entre el teléfono y la cabeza del usuario.
Los dispositivos que dejan libres las manos reducen el grado de exposición de energía de radiofrecuencia a la cabeza porque la antena, la cual es la fuente de energía, no se pone cerca de la cabeza. La exposición disminuye dramáticamente cuando los teléfonos celulares se usan sin necesidad de las manos.
¿En dónde puedo encontrar más información sobre la energía de radiofrecuencia que emite mi teléfono celular?La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) proporciona información sobre la tasa de absorción específica (SAR) de los teléfonos celulares fabricados y comercializados en los últimos dos años. La SAR corresponde a la cantidad relativa de energía de radiofrecuencia que absorbe la cabeza de un usuario de teléfono celular (29). Los consumidores pueden tener acceso a esta información usando el número de identificación de su teléfono asignado por la FCC que se encuentra de ordinario en la caja del teléfono, y por medio del formulario de búsqueda de identificación de la FCC.
¿Qué tan común es el cáncer de cerebro? ¿Ha cambiado la incidencia del cáncer de cerebro con el paso del tiempo?
Los índices de incidencia y de mortalidad por cáncer de cerebro han cambiado poco en la década pasada.
En los Estados Unidos, se calcularon 23 770 diagnósticos nuevos y 16 050 muertes por cáncer de cerebro y otros cánceres del sistema nervioso central para 2016.
La supervivencia relativa a cinco años de los cánceres de cerebro diagnosticados de 2005 a 2011 fue de 35% (30). Este es el porcentaje de personas diagnosticadas con cáncer de cerebro que estarán vivas 5 años después del diagnóstico en comparación con la supervivencia de una persona de la misma edad y sexo que no tiene cáncer.
El riesgo de padecer cáncer de cerebro aumenta con la edad. En los Estados Unidos, de 2008 a 2012, hubo menos de 5 casos de cáncer de cerebro por cada 100 000 personas menores de 65 años de edad, en comparación con casi 19 casos por cada 100 000 personas de 65 años de edad o mayores (30).