Más adelantos y más ciencia y tecnología que día a día nos abruma con su velocidad. Hace unos años habríamos tildado de auténtica locura la posibilidad de tener una tele conectada a internet. Hoy, según algunas fuentes, hay en España más de un millón de televisores que sí lo están y la previsión es que en tan solo cuatro años, el número sea tan alto como el de la gente con ordenador.
Si sopesamos lo que esto supone, podríamos pensar que lo que veíamos en los años 80 de hablar con otros a través de la tele, o que sea esta la que controle los elementos electrónicos de nuestro hogar, ya no es tan descabellado. Pero la cosa no queda ahí puesto que según auguran los expertos, el futuro pasa por la extinción de las cadenas de televisión que serían sustituidas por las emisiones en streaming o tiempo real. Sí es así, cuanto me alegraría de que se fuera al garete un canal que está entre el 4 y el 6.
Pero ahí no queda tampoco la cosa porque además y como extra, la televisión del futuro contará con un excepcional sistema de emisión de olores. Como lo oyen. Estos nuevos aparatos, ya no solo nos darían la posibilidad de ver la tele en tres dimensiones u oírla con la mejor calidad de sonido, sino que también incluiría un dispositivo por el cual oleríamos lo que se está emitiendo. De esta manera los platos de Arguiñano abrirían aún más el apetito o en contraposición, una película de Torrente podría generar alguna que otra arcada de más.
Sin embargo, tanto adelanto y tanta tecnología no ha de ser buena porque, como le pasa a los coches de hoy en día, mientras más ‘extras’ tenga, en el momento de romperse algo, más cara saldrá su reparación. Ya me veo los técnicos a domicilio revisando nuestros equipos y asegurando que en el mejor de los casos y para el correcto funcionamiento de los mismos, hay que hacerles una revisión más que obligatoria a las 15 mil descargas realizadas.
Y es que antes había que levantarse para cambiar de canal, lo que suponía algo de ejercicio, e incluso había situaciones en las que ver una cadena era casi misión imposible si no colocabas los cuernos de la antena de la manera correcta. Por eso la tele nos acompañaba y distraía, pero ahora la tele con estos nuevos adelantos se vuelve necesaria e imprescindible. Así que al final ha ocurrido lo que nunca habríamos pensado que pasaría, y es que la caja tonta se ha vuelto, demasiado lista.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…