Telenovela real

Año horribilis para la Casa Real Española. La que parecía la familia Ingalls (o de la Pradera) de la realeza se está convirtiendo en una especie de Falcon Crest, aquella serie en la que miembros de un mismo clan se engañaban en los negocios y en el amor, por decirlo de alguna manera. Los negocios de Urdangarín, el accidente de Felipe Juan Froilán, y ahora, el supuesto desliz del rey.

En España tardaron una semana más que en el resto del mundo para hablar de la supuesta amante de Juan Carlos, Corina Zu Sayn-Wittgenstein, la misma que organizó el viaje durante el cual el monarca se accidentó, aunque algunos medios prefieran referirse a esta mujer como la “consejera estratégica del rey”.

Pero lo verdaderamente indignante es el tabú que sigue habiendo en todo lo relacionado con la familia real. La prueba más contundente fue lo ocurrido ayer en la Mesa del Congreso, donde sólo fueron aceptadas el 75% de las preguntas formuladas al Gobierno en relación con el reciente viaje del rey a Botsuana por entender que son competencia del Ejecutivo, mientras que el resto fue rechazado porque “afectan a la esfera estrictamente privada de la Casa Real”.

Coincido con el portavoz de la Izquierda Plural (IU-ICV-CHA), José Luis Centella, en que todos los viajes del rey, sean oficiales o privados, son competencia del Gobierno. Entre otras cosas, porque les guste o no a estos señores, se financian con el dinero de todos los españoles. Y aunque sea sólo por eso deben ofrecer una explicación además de pedir perdón.

Las buenas intenciones a veces sólo quedan en eso. Las palabras también. Suerte que soy republicana.