En julio se cumplieron 50 años del lanzamiento del Telstar 1, el primer satélite artificial activo de comunicaciones.
Con una masa de 77 kilogramos un un tamaño de 87.6 centímetros, límites marcados por la capacidad de los cohetes Delta de la NASA, era capaz de transmitir un canal de televisión, hasta 600 llamadas de teléfono, faxes, imágenes, y datos.
Para ello disponía de receptores de la banda de microondas de 6 GHz a lo largo de su ecuador (las aberturas más pequeñas) que sus equipos de a bordo convertían a la banda de 4 GHz y retransmitían a través de las aberturas más grandes de la fila inferior.
Además tenía células solares que cubrían buena parte de su superficie para generar los 14 watios con los que trabajaba y una antena helicoidal en su parte superior para recibir órdenes de la estación de control.
Una peculiaridad del Telstar 1 es que su órbita era elíptica y con una inclinación de unos 45 grados, con un perigeo de 952 y un apogeo de unos 5933, por lo que sólo estaba al alcance de la estaciones de tierra –que tenían que localizarlo con una precisión de tan solo 0.06 grados– durante unos 20 minutos de las aproximadamente dos horas y media que duraba cada órbita.
Su escasa potencia hacía además que las antenas que captaban sus señales tuvieran que ser enormes, de unos 330 metros cuadrados.
El Telstar 1 fue víctima de la explosión atómica de más potencia en el espacio, Starfish Prime, ocurrida justo el día anterior de su lanzamiento, que hizo que los cinturones de Van Allen estuvieran extraordinariamente activos, lo que unido a otras pruebas nucleares similares de los Estados Unidos y de la Unión Soviética hicieron que el 21 de febrero de 1963 quedara definitivamente fuera de servicio.
Aún así, según el registro de objetos en órbita tanto el Telstar 1 como el Telstar 2 seguían en órbita en 2012.
Fuente: microsiervos