El director general de la DGT, Gregorio Serrano, ha culpado a los conductores irresponsables de la situación de este pasado fin de semana en la AP-6. En sus declaraciones, ha afirmado que todo estaba perfectamente preparado, y que ni la empresa concesionaria avisó de la necesidad de máquinas quitanieves o sacas de sal, ni es su culpa que haya temerarios que decidan circular de noche, sin cadenas y haciendo caso omiso a las informaciones de la nevada excepcional. En definitiva, que aquellos que le preguntan sobre su posible dimisión, que se vayan callando, que él no ha hecho nada mal, y que es un tío muy capaz, coño, por eso puede estar al mando de un operativo “de guardia” mientras asiste al derbi Sevilla-Betis en el Ramón Sánchez-Pizjuán junto al ministro de Interior.
Un gran número de voces han matizado, y mucho, las palabras de Serrano —como la del periodista gallego Rodolfo Irago—, y afirman que la DGT solo avisó de restricciones para camiones a primera hora de la tarde, y que, tras el desastre, fue la gente, el pueblo y su solidaridad, quien, en su caso, se pusieron manos a la obra para socorrer a familias enteras con ancianos, niños y bebés que se habían desviado hacia la N-6. En la autopista, sin embargo, la Unidad Militar de Emergencias no pudo descongestionar la vía hasta la salida del sol, en una noche en la que 240 operativos trabajaron alrededor de los hilos de Twitter que avisaban del punto kilométrico donde había coches con gasóleo o espacio libre para compartir calefacción y soportar el frío, el hambre, la sed y la impotencia; vehículos ocupados por ciudadanos que harían bien en sentirse, hoy, huérfanos de estado, y agradecidos destinatarios de la bondad propia y ajena de sus semejantes.
Fotografía de la AP-6 este pasado fin de semana publicada en El Mundo.Por supuesto, podemos olvidarnos de escuchar como algún miembro del Gobierno entona el mea culpa por la falta de previsión y la nefasta reacción del ejecutivo; ¿qué culpa? El tiempo es el tiempo, dicen, obviando el hecho de que miles y miles de familias han pasado hasta dieciocho horas en una carretera sin mantas, agua ni comida; pero bueno, este es el problema de votar incompetencia y corrupción: que terminamos por legimitar la irresponsabilidad. ¿Dónde estaban los responsables de Fomento e Interior? ¿El director de la DGT? ¿El presidente del gobierno? Y es que cuando, a lo anterior, se une la irresponsabilidad en un escenario de riesgo nos obligan a comprobar, de nuevo, que estamos solos y que los poderes públicos y el estado tienen otras preocupaciones ajenas al ciudadano. Eso cuando no tenemos que echarnos las manos a la cabeza, y lamentar males mayores.
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