Revista Espiritualidad
JOSE JUAN RIVERO*
Estimados amigos y amigas, hoy quiero retomar un concepto del que hemos hablado en otras ocasiones en esta columna en DIARIO DE AVISOS, concepto asumido por la psicología desde la física. Hablamos de la Resiliencia, ahora mismo podrás pensar que el concepto tiene un nombre que parece impronunciable, pero si yo te comentara que es una capacidad humana que a través de la práctica de una serie de pilares, valores o fomento de fortalezas personales podemos adquirir.
La vinculamos con la forma en que afrontamos y llevamos las situaciones traumáticas, entendiéndolas como situaciones por vivir de las que debo de aprender para fortalecerme y crecer como persona. Sin duda alguna existe una alta relación entre resiliencia y tenacidad, es decir, y volviendo a la física, esa energía que absorbe un material antes de alcanzar la rotura en condiciones de impacto. Ciertamente parece importante ver qué capacidad de aguante tenemos para poder así dedicar aún esfuerzos para salir de esas situaciones que nos dejan huella. Como observamos, ser tenaz nos ayuda a gestionar altas dosis de problemas, desde la visión de lucha y construcción nos permite fomentar en nosotros herramientas y posibles soluciones que nos ayuden a afrontar las situaciones. El sentirnos desarmados antes de tiempo, el que un problema me bloquee, afecta directamente sobre las posibilidades de gestión del mismo, ya que nos produce una situación emocional y cognitiva en la que me siento que yo no llevo el timón de mi barco. Llevar el timón, sentirme independiente, no dejarme arrastrar, sentir y gestionar lo que me sucede, son las competencias personales que me hacen ser tenaz, potenciar mi capacidad de mirarme para dentro, buscar soluciones y entender lo que está pasando, además me permite sentirme autoeficaz, mejorando mi autoestima, y así siento que comienzo a llevar mejor la situación, asumiendo la autocrítica desde la construcción y el aprendizaje, dos conceptos primordiales en un proceso de cambio y crecimiento. Construirme implica ser creativos, buscar alternativas y potenciar el sentido del humor para asimilar ese pensamiento crítico. Por último debemos de mantener vivos nuestros valores, descubrir cómo ordeno mi jerarquía personal, conociendo cómo me he ido construyendo. Habrá momentos donde no te gustará lo que ves, pero hay que verlo para asumirlo, interpretarlo y si quieres cambiarlo, así tendremos esa seguridad de salir mentalmente sanos de nuestras crisis y así potenciar nuestra felicidad. *PSICÓLOGO Y MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOLOGÍA POSITIVA