La moda casual primavera verano 2020 – Tendencias ropa primavera verano 2020 – Un repaso a la ropa y los vestidos de moda verano 2020…
Pudiera parecer que aún no hemos llegado, y con lo que está pasando, las tendencias de ropa primavera verano 2020 nos quedan incluso lejanas. Pero no, la primavera está a la vuelta de la esquina, y algún día tendremos que salir de casa y querremos celebrar las buenas noticias, que llegarán, lo mejor vestidos que nos sea posible. Sobre la mesa están ya las tendencias para la próxima temporada veraniega. La Primavera/Verano dos mil veinte viene cargada de color, siluetas evocadoras y muchas, muchas prendas que nos gustaría llevar ya mismo. Adelántate a lo que viene y ve preparando tu guardarropa para lo que te pondrás, y recuerda mi consejo, de diez y entre las cosas más novedosas, las Camisas Brava Fabrics, pero hay más y te lo cuento… Las nuevas compilaciones Primavera-Verano dos mil veinte vienen inspiradas, muchas de ellas, en el tradicional estilo británico, eso sí, con toques de las tendencias actuales.
Se reinterpretan los tradicionales, y el resultado son prendas de cortes más vanguardistas y mezcla de tejidos. Bajo el término de Tradicionales británicos diseñados para la vida actual, las nuevas apuestas combinan los estupendos materiales de las marcas.
La década de los sesenta vuelve como print
Si debemos escoger una década que prosiga triunfando transcurrido un tiempo, esa es la de los sesenta. Sus diseños, su rollo y sus estilismos prosiguen inspirando con los años, haciendo que esta nueva temporada aparezcan prints que nos recuerden a esa temporada. Repasando un tanto las pasarelas europeas primavera/ verano dos mil veinte, hallamos de todo. Shorts de cuero negro y botas de caña alta. Blazer estilo smoking oversize y toneladas de brillos. Géneros pesados en pana y colores oscuros conjuntados con camisa blancas. Looks que se veían muy elegantes y actuales, mas que se distancian claramente de una temporada veraniega, donde el calor no dejaría llevar semejantes prendas.
Y se abre el juego a diseños en donde lo comercial se antepone a la estación de año que se presenta. Algunas modelos anduvieron con labios hinchados, pómulos maléficos, y ese misterio tan especial que Demna Gvasalia nos obsequia recientemente en piezas por demás «oversize», y muestran una especie de obsesión de edificar y probar con prendas de mayor volumen.
Vestidos voluptuosos de gala estilo muñeca con faldas estáticas sobre enormes crinolinas en forma de campana, cerraron alguna pasarela en colores vibrantes y un desfile especial, interesante y novedoso que nos sumergió en la fantasía. La magia de un jardín inclusivo de árboles inspirado en fotografías del fichero de Catherine Dior, la hermana de Christian Dior, quien adoraba las flores de su jardín y eran su pasión, fue el marco poético de uno de los mejores espectáculos.
Más de una marca que no prosigue las tendencias. Valentino, con Pierpaolo Piccioli al timón, tomó siluetas rutinarias. Camisas, polleras entalladas y bermudas, anduvieron acompañadas de su tan característica y peculiar sensibilidad couture. Por ello es renombrado, consiguiendo de este modo, convertir lo ordinario en excepcional. Opulentas mangas campana, un mini vestido de plumas de avestruz, y sus volados, de importante tamaño. Un toque de color vino en vestidos con escenas de paisajes tropicales, georgette de seda verde neón, y tafetán fucsia.
Ha llegado ese momento de hacer un repaso por las tendencias de primavera-verano dos mil veinte. Y los motivos no son pocos, comenzando por el hecho de que las propuestas de la pasarela se presentaron ya hace el suficiente tiempo para que sea preciso recordarlas, y finalizando por los atisbos vernales que se pueden localizar en las secciones de nueva temporada de ciertas marcas. Si a eso se le suma el hecho de que, a veces, anticiparse puede reportar una gran satisfacción, el círculo se cierra.
Aún más cuando, en un anhelo por ordenar el fantástico caos de camisas blancas, shorts, volantes, estampados de lunares y flecos; trajes de chaqueta, faldas y mangas con volumen, crochet y caderas prominentes; tejidos refulgentes, detalles safari, gabardinas reinventadas y lazadas, las tendencias de primavera-verano dos mil veinte se pueden dividir en grandes conjuntos de opuestos que nos comunican corrientes y escuelas estéticas extensas en las que poder moverse en busca de viejos y efectivos conocidos como el de la novedad.
Los setenta
Absolutamente nadie podría haberlo explicado mejor que Vanessa Friedman en aquel artículo de The New York Times que trataba la ironía de los vaqueros de diseño, en concreto los del desfile de primavera dos mil veinte de Hedi Slimane para Celine, en tiempos de crisis. Y es que hay tanto nerviosismo por una recesión inminente, que los años setenta semejan ser todo en lo que cualquier diseñador puede meditar.
No se trata de los desfiles acogidos y aprobados por la Federación de la Alta Costura y de la Moda, sino más bien de los detalles y ornamentos que acostumbran a estar presentes en esos diseños y que han dado el salto de forma casi masiva al prêt-à-porter. Esos vestidos monumentales que semejan trascender aún más allá de la alfombra roja, como el dorado que cerró el desfile de Balenciaga, con una falda y nudo enormes, y que es tener una imagen mental fácil y atinada de una de las grandes tendencias de primavera-verano dos mil veinte. Todo pasa por dejar a un lado la informalidad para entregarse a la elegancia tradicional.
Hay que festejar a nuestros artesanos. Es el pensamiento que verbalizó Anna Wintour en su charla con Eugenia de la Torriente a fines de dos mil diecinueve y que deja más que claro que esa valoración positiva que ha vuelto a dársele a materiales, técnicas y trabajos tradicionales que se habían injuriado a favor de la velocidad de la industrialización es algo más que una tendencia pasajera. Realmente puede ser ya una forma de buscar la sostenibilidad en la industria.
Lo que comenzó siendo la novedad de primavera dos mil dieciocho se ha transformado, un par de años después, en un viejo conocido de las tendencias de la época. A medio camino entre la sastrería tradicional, la estética militar y la inspiración safari están los uniformes de primavera dos mil veinte.
Diurnas como en los chalecos preppy de Louis Vuitton o bien nocturnas como en los vestidos de Marc Jacobs, Bottega Veneta, Valentino y Marques’Almeida, las lentejuelas han sido una de las tónicas dominantes de los desfiles de primavera dos mil veinte al lado de los tejidos de lamé de firmas como JW Anderson, Oscar de la Renta, Área y Christian Siriano.