Una frase de Paulo Coelho que solían decirme era: “Cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla”.
El ser humano es libre de decidir su camino, sin embargo esto es cierto a medias. El ambiente sociocultural en el que una persona se eduque, será la fuerza que se ejerce ante esta para tomar una decisión. Es decir, sufrimos una presión exterior de la que apenas nos hemos percatado porque hemos asumido como “normal”. Por ello, es necesario cuestionarse lo habitual y no justificarlo como “es una costumbre”. En el momento que pongamos en duda lo cotidiano, seremos capaces de decidir libremente, aunque siempre quedará la influencia de las clases superiores. Pues un trabajador que si le despiden no tiene qué llevarse a la boca, tiende a obedecer las órdenes impuestas por una autoridad, en este caso al jefe de su trabajo.
Siempre se actúa por un motivo que va de la mano de una consecuencia, dependiendo de esta última decidimos conforme a experiencias previas similares.
Ahora bien, en la actualidad la escala de la libertad está en un nivel alto con respecto a hace un siglo, lo cual no significa que nos quede un buen viaje por recorrer. Claro que este viaje no se hará solo; es necesario un medio de transporte y personas que lo dirijan. Me refiero a la actitud del individuo o la motivación ya mencionada. Esta fuerza impulsora es guía de nuestro fin, por lo que hemos de mantenerla cerca de nosotros.
La posibilidad de llevar cualquier proyecto que te propongas existe, mientras uno no se vea desorientado (que tenga una idea lo bastante clara como para conocer los mecanismos adecuados para sacar a relucir su futuro proyecto) ni machacado y despellejado por las barreras que deberá enfrentar, la sociedad y el pensamiento.
No olvidemos que el conflicto se mantendrá presente siempre que el hombre tenga moral.