Benito Sacaluga Rodríguez, Tte. Coronel Maquinista, en el semanario “La Armada”, Cartagena 9 de octubre de 1937.
Con la creación de la Escuela Naval Popular, el ingreso en los distintos cuerpos de la Marina creemos que se sujetará a novísimos moldes, y no cabe dudar que los individuos que los integren tendrán la competencia y amor profesional que una Marina eficiente, y además republicana, requiere.
Tenemos esperanza en que los que pretendan ingresar y dedicarse a cualquiera de sus especialidades lo sea por verdadera vocación y tengan aptitud para su estudio, primero, y para su práctica después, Estas aptitud y vocación son de todo punto indispensables para que los individuos sean competentes, las cuales tienen que descubrirlas, durante su preparación preliminar, los profesores.
Fotografía actual del Asilo de la Rambla (Cartagena).
En este edificio se ubicó la Escuela Naval Popular tras su paso
por la Escuela y Base de Submarinos
Tenemos fe en que no habrá «caridad» para nombrar a los profesores y director de la Escuela. Estos deben ser los que tengan condiciones para ello, y no los que sencillamente quieran serlo. Además, deben estar bien retribuidos. Estos nombramientos son, a nuestro parecer, lo más esencial y delicado por ser el punto inicial, el primer paso enorme, que hay que dar para la consecución de lo que todos esperamos.
Hay que desterrar de un modo absoluto hasta el recuerdo de que en España existía una Escuela Naval Militar y otras Escuelas y Academias especiales. Las normas que en ellas se seguían contribuyeron en gran parte a que se produjeran la traición, como también muchos de los inconvenientes y obstáculos con que tropezamos hoy para vencerlos.
No sería posible admitir que la Nueva Escuela fuera ni la más remota parodia de lo que ocurría antes. De ser así la Escuela Popular, no sería Popular, pues seguiría siendo un terreno vedado para la inmensa mayoría de los ciudadanos. Continuaría siendo un «comedero» familiar debido a que sólo ingresarían los parientes de los directivos de cada Cuerpo, volviéndose a formar en cada uno de ellos dinastías familiares. No puede ni debe seguirse la norma de que los que ingresen sean seres privilegiados que sin tener vocación ni aptitud para ello, se encuentren con una carrera «brillante», pagada por el Estado, que la hagan en «casa» con una rigidez ridícula por no ser más que aparente, y que en realidad estén perfectamente mimados y pagados sin más dualidad y entusiasmo que por «salir a oficial» para dejar de «estudiar» y empezar a gozar de los privilegios que en todos los órdenes tenían, sin importarles absolutamente nada el encontrarse, al finalizar la carrera, completamente limpios de los conocimientos más elementales de la profesión.
Esto es, a grandes rasgos, lo que pasaba antes, como también ocurría en los demás Cuerpos Auxiliares, «patentados» o no, en los que muchos de los que ingresaban en ellos tampoco tenían vocación ni demostraban aptitud; lo hacían en el Cuerpo que tenían más «facilidades» para ello con objeto de resolver exclusivamente el problema de los garbanzos. No les interesaba una u otra especialidad, sólo pretendían el asalto a la Santa Nómina. Para tales individuos las oposiciones de su ingreso eran siempre reñidísimas entre sus familiares y las personas influyentes o componentes del Tribunal de exámenes. Eso si, una vez ingresados se dedicaban al estudio constante del escalafón. Para ello no existía más obligación ni deber que la que tenía el Estado de pagarles puntual y mensualmente.
Esta fauna, de la que aún quedan ejemplares, no debe, en manera alguna, tener ambiente para su desarrollo en la Nueva Escuela. Tenemos mucha fe en que no ocurrirá. La Nueva Escuela debe y tiene que ser un tamiz por el que no podrá pasar el Favoritismo en ninguno de sus múltiples aspectos. Tenemos esperanza y fe en que no habrá «caridad» para que tal cosa ocurra; pues ese es el único modo de que se revelen muchas inteligencias que hasta hoy se venían malogrando.
El plan de estudios que se adopte, y el nombramiento del Director y cuadro de profesores será para nosotros un anticipo de q u e la Nueva Escuela responderá a nuestras esperanzas y que éstas se conviertan en realidades.
El artículo está firmado con el seudónimo BESARO
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El 21 de noviembre de 1938, trece meses después de la publicación del artículo anterior, el Tte. Coronel Maquinista Benito Sacaluga Rodriguez ingresó cono Subdirector y Jefe de Estudios en la Escuela Naval Popular.
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