El médico Rafael Bravo reseña en su blog un nuevo libro escrito por otro galeno, Seamus O'Mahony, un gastroenterólogo británico del que dicen, ha escrito la crítica más devastadora de la medicina moderna desde Ivan Illich en Némesis médica. Publicado en 1975, O'Mahony cuenta que los augurios de Illich sobre la medicalización de la vida han ido cumpliéndose punto por punto.
Leed entero el post de Bravo cuya conclusión podría ser una frase del mismo: Existe una sensación generalizada de que la medicina ha perdido el norte. Claro que el título no es menos expresivo: ¿Se puede curar la medicina? La corrupción de una profesión.
De lo que escribe el primero de los médicos citados me quedo con el apartado sobre inventar y comercializar nuevas enfermedades y en concreto el caso de la "sensibilidad al gluten no celíaca", del que escribe en su libro O'Mahony, no obstante es un doctor especializado en las enfermedades del sistema digestivo.
He escrito sobre ello en el post Problemas de comer trigo: No es lo mismo ser celiaco que padecer Sensibilidad al Gluten.
El gastroenterólogo británico cuenta la historia de la "sensibilidad al gluten no celíaca" para ilustrar la moda médica moderna de inventar enfermedades.
El primer médico que identificó que el trigo causaba la enfermedad celíaca fue Willem-Karel Dicke, un pediatra holandés.
El hombre pasó bastante desapercibido pues en las publicaciones de pediatría más destacadas apenas se le mencionaba (suele ocurrir en medicina cuando alguien aporta algo diferente de la norma). Al final se identificó que el gluten era la causa de la enfermedad celíaca y algunos niños muy enfermos se curaron.
Pero se da una paradoja y es que hoy la mayoría de los adultos con diagnóstico de enfermedad celíaca en Estados Unidos, no tienen síntomas o si los tienen son de poca importancia pero se ha "puesto de moda" el miedo al gluten en gran medida por los intereses comerciales que hay detrás de ese nuevo mercado de consumidores de productos especialmente preparados para ellos.
Hoy en España consumimos de media casi medio kilo de trigo al día repartidos por los distintos productos alimenticios que ingerimos. Es el alimento que más comemos. El rey de nuestra dieta. Al año son 76,7 kilos los que nos metemos entre pecho y espalda. El problema no es tanto la cantidad sino la calidad.
O'Mahony describe cómo, en febrero de 2011, 15 investigadores de enfermedad celíaca se reunieron en un hotel en Heathrow patrocinado por el Dr. Schar, un fabricante líder de alimentos sin gluten y dieron credibilidad médica a la "sensibilidad al gluten no celíaca".
Tras esta reunión se publicaron muchos trabajos científicos poco coherentes, artículos de revisión y conferencias de consenso. El gastroenterólogo cita un artículo basado en una conferencia patrocinada por la Nestle Nutrition Foundation, 41 síntomas y problemas que supuestamente se relacionan con la sensibilidad al gluten, como cansancio, ansiedad, depresión, pérdida de peso y ganancia, alteración patrón de sueño, autismo o esquizofrenia.
De repente la mayoría de los pacientes vistos en la práctica general cotidiana podrían sufrir esta nueva condición.
De hecho, aproximadamente el 10% de la población británica está reduciendo el consumo de gluten y el mercado de alimentos "sin", el 59% de los cuales son alimentos sin gluten, es enorme y crece un 30% cada año.
Al hilo de la paradoja que comentaba antes, escribe O'Mahony:
La mayoría de las personas que deberían estar en una dieta sin gluten (aquellos con enfermedad celíaca) no lo están, porque la mayoría de las personas con enfermedad celíaca permanecen sin diagnosticar. La mayoría de los que siguen una dieta sin gluten no deberían hacerla, porque no tienen enfermedad celíaca ".
Se estima que actualmente cerca del 1% de la población padece esta dolencia (el 83% de esas personas estarían sin diagnosticar). La enfermedad celíaca es algo grave, un desorden genético autoinmune que ocurre como una reacción a la ingesta del gluten en individuos genéticamente susceptibles. Es cierto que hay mucho marketing como también que hay personas que sin ser celíacas presentan cierta sensibilidad y por ello prefieren de manera prudente prescindir del gluten, a veces sólo del del trigo convencional.
Una clave de todo esto es que con la industrialización, la calidad del trigo se ha ido perdiendo. Su mezcla con las especies más productivas lo ha ido degenerando hasta hacer que algunas de sus proteínas sean demasiado grandes para lo que admite nuestro organismo y en concreto nuestro sistema digestivo que se encarga de metabolizarlas.
Como se puede entender, no es un proceso que se haga de un día para otro sino que se desarrolla durante decenios. Hasta que un buen día comienzan a aparecer personas que se comprueba que no lo aguantan y enferman.
Quedémonos con una idea y es que todavía queda mucho por avanzar en la comprensión de cómo nos afectan las proteínas de cereales muy manipulados por el ser humano durante el proceso de industrialización de la comida. Y se habla, controversia e intereses del mercado mediante, de "sensibilidad al gluten no celíaca" en aquellas personas que no están dentro del espectro celiaco pero que evolucionan de manera satisfactoria con una dieta sin gluten.