La gente me dice muchas veces que tener hijos no te cambia la vida. Y yo digo que es mentira. Si no te la cambiara, yo ya tendría tres hijos, así os lo digo.
Sobre todo cuando viajas o incluso realizas cualquier actividad de tiempo de ocio, los hijos cambian los esquemas totalmente, en mi opinión, aunque muchas veces me digan lo contrario. Cuando escribí esto, estaba viviendo una situación muy divertida. Sentada en un tranquilo restaurante en el norte de la isla de Borneo. Y en esta situación, vamos a dejar de lado los temas económicos que puedan suponer viajar con hijos, porque ya sabemos que más allá de los Pirineos, hay familias que viajan tranquilamente con todos los niños a la otra punta del mundo porque el dinero les da para ello.
Al lado tengo una pareja de ingleses con dos hijos de 4 y 5 años, niña y niño respectivamente. Están estresados. El padre se ha empapado con una lluvia monzónica para ir a buscar algo para el crío. Los niños se han peleado y la niña ha llorado. Cuando la lluvia paró, la pequeña, se empecinó en caminar descalza por las áreas mojadas, los dos padres le han dicho que se ponga los zapatos pero ella, lógicamente, no quiere. Han contado hasta tres y la niña ha pasado de ellos. No acaban de decidir qué quieren comer porque no tienen tiempo de mirar el menú. Al poco les pusieron el juego ‘Pavillion’. Estuvieron tranquilos un momento, pero los padres seguían pendientes de ellos. Acabaron los niños enfadados y tirando las fichas en la mesa. Y todavía les queda la adolescencia.Al lado una pareja que tendrá, calculo, unos 15 años más que estos. Parecen relajadísimos comiéndose su carne con vegetales, con una botella de vino de tinto, charlando calmadamente.
El ‘máximum’ de toda esta historia es una pareja de unos 75 años, ella es australiana y él sueco. Cuando hablan el uno del otro dicen ‘novio’ así que supongo que estarán divorciados de su primera pareja, no pregunté por no ser demasiado curiosa, aunque sí sé, porque me lo han dicho, que llevan viajando desde finales de los años 90. Tienen un velero y viajan por Asia. Pasan temporadas recorriendo islas del Pacífico y otras temporadas en su casa en Australia con la familia. Están muy arrugados y al hombre le cuesta caminar pero charlan con todo el mundo y entre ellos como si fueran los más jóvenes del lugar y con historias interesantísimas que contar sobre estos últimos años viajando en su barco, mientras él toma cervezas y ella vino blanco.
No me contéis mentiras. Tener hijos, te cambia la vida. Y además, según lo que estoy viendo, cuando se hacen los niños mayores, la vida real de los jóvenes puede volver. ¿Alguien, con hijos, que opine lo contrario?
Y, aparte de esto, vamos a dejar a gran parte de los planes españoles que verdaderamente disfrutan cuidando de sus hijos hasta que no les queda más remedio que irse de casa con 45 años. Benditos padres españoles. Si no fuera por ellos, si quisieran disfrutar algún día del todo, igual ya se habría montado la revolución que hace falta.