Tengo 8 años y mi padre ha muerto.

Siempre he pensado qué tiene que ser tremendamente doloroso y muy duro vivir la muerte de un padre o una madre cuando eres niño. ¿Cómo se le explica a un niño que su madre o padre ha muerto? Depende mucho de la edad, pero es algo que le marcará para siempre y le cambiará la vida por completo. Pero... ¿Se puede llegar a ser feliz a pesar de pasar por esta experiencia? ¿Cómo supera un niño esta pérdida?.

Tengo la inmensa suerte de poder tratar este tema con Lidia, mamá y bloguera, entre otras muchas cosas, de El blog de Lidita Swan.

Se quedó huérfana de padre a los 8 años. Hija única. Mano a mano con su madre. Día y noche con su madre.

Cuéntame, ¿Cómo ocurrió?

La primera vez que mi padre enfermó tenía 37 años, pero cuando murió tenía 42 y yo tenía 8 años.

Murió de cáncer. El primero que tuvo fue de garganta, cuando yo tenía tan solo 3 años. Fue un cáncer benigno. No necesitó ni quimioterapia ni nada. Le operaron, iba a las revisiones y todo perfecto. Lo que no sabíamos era que a los 5 años de aquella operación volvería el cáncer a nuestras vidas, y esta vez si que sería para llevárselo.

De las pocas cosas que recuerdo, una es del día que se encontró el bulto en el cuello. Era mediados de Julio, el sábado por la noche habíamos estado en la feria del pueblo vecino. Pero el domingo por la mañana, cuando nos levantamos, había algo raro, yo no sabía que pasaba pero sabía que algo no iba bien. Nosotros los domingos nos trasladábamos a Cádiz Capital que allí vivían mis abuelos maternos y comíamos con ellos, así que nos vestimos y nos fuimos. Al llegar a casa de mis abuelos escuché como mi madre hablaba con mi padre y mi abuela y contaban que le había salido un bulto en el cuello y que tenían que ir al hospital. A mí me dejaron en casa de mi abuela, se fueron para el hospital, y allí se quedó.

Resultó ser un cancer maligno de pulmón, que ni siquiera podían darle quimioterapia. No tenía solución. Duró solo 2 meses. En 2 meses se fue la vida de él, aunque luchó con uñas y dientes, pero tuvo metástasis y la madrugada del 16 de Septiembre del 1998 se fue.

¿Cómo se le explica a una niña que su padre ha muerto?

La noche que murió mi padre me habian dejado en la casa de una vecina. Sinceramente, yo no me olía nada, era una niña normal, feliz, que sabía que su padre estaba malito pero no le dí más importancia. Al día siguiente no fui al cole, eso me pareció genial.

Entonces, tras hablar con una vecina, ví aparecer el coche con las hermanas de mi padre dentro, son 7 hermanas... pues creo que venían 4 o 5. Me abrazaron y me dijeron que entrase con ellas. Me contaron que mi padre se había ido al cielo, que estaba muy malito y que se había ido con Dios.

En ese momento no recuerdo cuál fue mi reacción, pero sí me han contado con los años que lo primero que hice fue preguntar por mi madre, por si ella también se había ido al cielo, si ella ya tampoco me quería y me iban a dejar sola. Aún me cuesta trabajo exteriorizar esa parte de mi vida, porque aunque la muerte de mi padre en sí fue dura, el pensar que mi madre se podría ir también de mi lado y quedarme sola era aún peor.

¿Qué piensas de tu madre? ¿La admiras por haber criado a una niña completamente sola?

Es verdad que siempre he pensado que si mi padre hubiese estado vivo mi vida habría sido otra totalmente distinta, pero a la misma vez tengo que reconocer que mi madre ha actuado de madre y de padre y no lo podría haber hecho mejor, ha cubierto todo y más. He tenido la suerte de tener como madre a una gran mujer, luchadora, paciente, cariñosa, generosa.

El fallecimiento de mi padre provocó que ella y yo nos convirtiéramos en uña y carne. Veía como se levantaba a las 4 de la mañana para ir a trabajar al campo a quemar monte y no llegaba hasta las 20 o 21h de la noche, lloviese, tronase o hiciese un calor infernal. Eso no se olvida nunca y me siento tremendamente orgullosa y admiro todo de ella. Desde su capacidad para sacarme sola adelante sin la ayuda de nadie, como lo atenta, cariñosa y permisiva que ha sido, porque me ha dado la mejor vida que podría tener.

Tiene que ser muy duro perder a un progenitor siendo niño, aún asi ¿se puede ser feliz?

A lo mejor suena un poco fuerte, pero tengo que reconocerte que a pesar de todo aquello yo fui tremendamente feliz. He estado rodeada siempre de gente que me quería y que me aportaba. Mi madre me enseño a valorar las cosas importantes de la vida y no lo material en sí, aunque siempre tuve lo que quise, pero sobretodo valorar a las personas, a la familia, a los amigos, por eso yo a día de hoy cuento con poquitos pero con los que cuento son de verdad.

¿Qué fue lo peor de la muerte de tu padre?

Pues aunque pueda parecer raro, lo que peor llevé fue ver a mi madre mal. Me centré tanto en que no quería ver a mi madre mal que me olvidé de todo lo demás.

Una de las cosas que más me cuesta siempre contar es que un día estaba en el colegio, yo siempre había sido buena estudiante, pero según mi directora yo estaba decaída, no jugaba, había bajado en las notas y un día me llamó y me sentó con ella para preguntarme que me pasaba.

Según me han contado lo que yo contesté era que mi madre estaba mal, que lloraba mucho y que estaba vestida de negro y que no podía hacer nada para que se sintiese mejor. En ese momento la directora llamó a mi madre y le contó lo que había hablado conmigo, desde ese momento jamás vi a mi madre más llorar, se lo tragaba todo para que yo no la viera, y sacó fuerzas de donde no las tenía para que yo no estuviese mal.

Temía sentirme sola. Soy hija única y me daba miedo que a mi madre le pasara algo.

Desde aquí todo mi agradecimiento a Lidia por rememorar esta experiencia conmigo, así como por compartir fotos personales de su padre y de su madre. Al igual que mi más sincera admiración a su madre. No sé si cualquier padre o madre sería realmente capaz de tanto por nuestros hijos, no de boquilla, si no de verdad. ¡¡Chapeau!!.