Tengo miedo...
Y no pasa nada por decirlo. No se hace más gordo ni intenso. No se construye un castillo ni se atrinchera en mi espalda... Al contrario, decirlo en voz alta parece más pequeño y soportable.
Mi miedo tiene muchos nombres. A veces, se llama incertidumbre y a veces fracaso. Lleva puesto un vestido largo que marca mi figura y dibuja lo que me aterra mostrar... Y calza unos zapatos rojos preciosos que nunca me pongo porque siempre espero una mejor ocasión que no llega...
A menudo, tiene la cara de todas aquellas personas que un día me miraron con desprecio porque me veían diminuta. Y lleva en la mirada un reproche por no llegar nunca a un listón que es inalcanzable, se mire como se mire...
Lleva muchas etiquetas y tiene muchas contraindicaciones con todo lo que me gusta en la vida... A veces, tiene cara de lobo y otras de madre amorosa y asfixiante.
A veces, lo admito, mi miedo tiene mi cara...
Me obliga a decir que no tantas veces que no puedo existir ni sentir... Me seduce para que diga que sí, incluso cuando no tiene sentido...
A veces, es un miedo absurdo, que se desmonta al mirarlo con atención y un poco de entusiasmo... Otras, está enraizado en un laberinto inmenso en cuyo centro hay una tarde de mi infancia.
Mi miedo habita en mis pies que se quedan quietos y no andan.
Abraza mi cuerpo cansado de controlar y luchar que ya no se resiste y se cae...
Besa mis mejillas rosadas y las cubre de una palidez traslúcida y triste...
Camina por mi espalda y me pide que encorve mi columna y agache la cabeza...
Duerme en mi almohada para poder meterse en mi cabeza y hacer que mis sueños sean pequeños como si fuera un jíbaro...
Vive en mi pecho y toca el tambor para recordarme que tengo problemas por resolver y complejos latentes y pequeños dramas a medias por vivir... A veces, mi miedo se sienta en mi mesa y bebe de mi copa sin parar de llenarla.
Baila en mi pulso y en mis sienes cuando estoy sola y cansada...
Grita como un loco cuando me suelto la melena y bailo dejándole de lado...
Agita sus alas negras cuando estoy feliz para que recuerde que yo no puedo... Se enfada cuando le miro a la cara y le digo que no me importa y que a pesar de él voy a seguir adelante...
Pobre miedo, está perdido... Voy a ganar la partida...
Lo noto porque está muy furioso y ajetreado... Se zarandea en mi cama y me mueve los músculos de la cara azarosamente para que piense que controla y que manda...Alborota en mi cabeza trayendo recuerdos tristes y noches largas sin tregua... Esboza pensamientos ridículos y me cuenta historias de otros que no han podido, no han sabido, no han llegado... Canta canciones de amores perdidos y susurra palabras que saben a desesperanza...
Pobre miedo, yo sé que está desesperado y loco porque ya no le hago caso.
Ya no me escondo de él, ni me alejo de su sombra. Al contrario, me he acercado tanto a él que le intimidado y ahora soy yo quién invade su espacio... Desde que le conozco y le entiendo, ahora que sé por qué existe y qué pretende, se siente muy desgraciado...
Antes, le evitaba y le encerraba en armarios y cajones... Y por las noches, lloraba y daba golpes hasta que tenía que ir a buscarle y jugar con él a sentirme sola y superada... Me hacía sentir rabiosa y asustada...
Pero... Aprendí su idioma, abracé su esencia y aumenté de tamaño, de repente, con solo hacerle frente...
Y ahora vive sin vivir porque le conozco tanto que... Ya no le temo.
He pasado de ser su víctima temblorosa a su madre comprensiva y amable...
Pobre miedo, mi miedo, tan cansado, tan harto, tan diminuto... Patalea y araña, muerde como un niño o un gato arisco y enfurruñado que no consigue lo que quiere...
Cuando me mira con ojos fieros, le devuelvo una mirada valiente y osada...
Pobre miedo, desesperado porque no encuentra hueco por el que colarse en mi alma...
Tengo miedo, pero lo conozco, lo supero, lo entiendo... Bailo con él a veces, cuando estoy muy cansada, lo reconozco, pero ya no se acuesta conmigo ni se queda a velar mi sueño.
Ahora mi miedo tiene miedo, porque no me tiene ni guarda.
Tengo miedo... Sólo con decirlo, me siento liberada... Está ahí, lo sé, pero no vive mi vida porque ya no le dejo...
Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2016/12/17/tengo-miedo/