Revista Psicología
Hay una sensación generalizada de que los chicos se están volviendo imposibles. Muchos padres de adolescentes confiesan no poder conseguir que sus hijos cumplan algunas normas básicas de convivencia, como colaborar en casa o respetar los horarios de volver, de hablar por teléfono o de chatear. Los profesores hablan de problemas de disciplina, falta de respeto e, incluso, de agresiones.Y aunque diferentes estudios no se pongan de acuerdo sobre el índice de casos de acoso escolar, lo cierto es que se producen más casos, y más violentos: ya no se trata sólo de reírse del “gordito”, o del “gafotas”. Grupos de niñas, o niños, eligen al blanco de sus pullas y pasan de las palabras a los hechos.Muchas de las personas que, por razones familiares o profesionales tienen relación con niños o jóvenes les miran con desconfianza, con miedo. Preguntándose ¿qué tienen en la cabeza? ¿En qué piensan? ¿Qué podemos hacer para recuperar la comunicación, cierto grado de complicidad, de confianza?
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