Profe, yo en mi casa tengo todo lo que necesito -me dice alguien.
- Ah, pues aprovecha las oportunidades que se te dan -le contesto.
- Sí, profe -continúa-. No tengo ni que salir de mi cuarto.
- ¿Hum?
- Claro -me indica-. En mi cuarto tengo una mininevera, televisión de plasma, ordenador y consola. No necesito nada más para pasar la tarde.
- ¿Y cuándo estudias y haces los deberes? -le pregunto.
- Con media hora tengo suficiente, profe. Luego, si eso, ya se lo copio a alguien -me dice con desparpajo.
Los datos son reales. La conversación... podría serlo. O no. Yo ya dije aquí en otra ocasión que a los alumnos no les da la vida, lo cual es cierto: la vida puede más y es fascinante. Eso sí: algo les falta: un dispensador de comida en la habitación.
Ahora, cuando lleguen las notas de la segunda evaluación a casa, que no se extrañe ningún padre...