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Tengo un nombre (Chanel Miller)

Publicado el 22 abril 2022 por Bookworm
Tengo un nombre (Chanel Miller)TÍTULO: Tengo un nombreAUTOR: Chanel MillerEDITORIAL: Blackie Books
Sinopsis Editorial: 
«Me llamo Chanel. Soy una víctima, no me da reparo utilizar esta palabra, pero sí creer que eso es todo lo que soy. Sin embargo, no soy “la víctima de Brock Turner”. No soy su nada. No le pertenezco».
La historia de Chanel Miller cambió el mundo para siempre. En 2016, Brock Turner, de diecinueve años, la violó en el campus de Stanford. Lo que llegó después fue vivir bajo un pseudónimo y uno de los juicios más mediáticos de la historia de EE. UU., tras el que Turner fue sentenciado a tan solo seis meses de cárcel.
Decidió compartir en la red la carta que leyó a su violador en el juicio: «Tú no me conoces, pero has estado dentro de mí, y por eso estamos aquí hoy», empezaba. Once millones de personas la leyeron en cuatro días, y provocó la indignación de un país y la reacción internacional. Después de cuatro años viviendo en el anonimato ha dado el paso de hacer pública su identidad. Y ha contado su historia.
“Tengo un nombre” son unas memorias íntimas y profundamente conmovedoras, que transformarán para siempre nuestra percepción sobre la violencia sexual y que reclaman justicia, sobre todo, pero también el derecho a seguir viviendo.
El libro que os traigo hoy es uno de esos testimonios reales que ponen los pelos de punta. Es la historia de la agresión sexual sufrida por la autora de la novela en 2015, quien, desde ese momento y hasta que se decidió a escribir el libro fue para todo el mundo Emily Doe. Su identidad real no salió a la luz hasta que ella así lo quiso y durante mucho tiempo, demasiado tiempo, muy pocas personas a su alrededor sabían qué le había ocurrido, aunque sí conocían el caso por lo mediático que acabó resultando.
Os he dejado grabado el audio del prólogo AQUÍ. Es un audio un poquito más largo de lo habitual (algo más de tres minutos), pero creo que vale la pena.
Sinceramente, cuando comencé su lectura me parecía un libro demasiado extenso para lo que yo pensaba que nos iba a contar, pero estaba equivocada. El libro necesita cada una de sus páginas porque en todas ellas Chanel Miller se desnuda ante el lector y nos irá contando la montaña rusa en que acabó subida tras sufrir esa agresión sexual una noche de enero, al salir de una fiesta a la que había acompañado a su hermana pequeña Tiffany.

Tengo un nombre (Chanel Miller)

Chanel Miller y los dos chicos que acudieron
en su ayuda a quienes conoció cuatro después.
Fotografía de www.malaysia.news.yahoo.com

Chanel estaba borracha, es cierto, pero ir borracha no equivale a llevar a un cartel que diga "haz conmigo lo que te apetezca", que es lo que hizo Brock Turner, que tras intentar ligar con varias chicas en la fiesta, incluida la hermana de Chanel, acabó dando caza a la que menos se le iba a resistir y si no llega a ser por dos ciclistas suecos que en ese momento pasaban por el campus de Stanford, a saber cómo habría terminado todo. Estos dos hombres vieron una escena que les pareció demasiado extraña: un hombre sobre una mujer que no se movía en absoluto y no dudaron en darle caza cuando se escapaba corriendo de allí, mientras una ambulancia se llevaba a la chica al hospital.
Cuando Chanel despierta, totalmente desorientada, no recuerda qué ha pasado. Le dicen que parece haber sido agredida sexualmente y no acaba de entenderlo. No parece encontrarse excesivamente mal, pero también sabe que algo no va bien, su pelo está lleno de agujas de pino, le falta su ropa interior y en cuanto empiezan a tomarle fotografías de su cuerpo, ya no hay forma de negar que algo malo ha ocurrido. Cuando le cuentan que la persona que la agredió, un estudiante de 19 años llamado Brock Turner, está detenido también le preguntan si quiere denunciar, y obviamente dice que sí, ¿es lo correcto no? Lo que no sabía es que algo como lo ocurrido iba a transformar su vida durante cuatro largos años en los que pasó por mil fases mientras se preparaba el juicio y la sentencia de su agresor, un tiempo en el que tuvo que escuchar de todo, como suele ocurrir en estos casos donde al final la víctima siente más vergüenza que su agresor.
Se suele acusar a las víctimas de buscar venganza, pero la venganza es un motor muy pequeño. Sé bien que el momento en que se golpea el mazo y se cierran las esposas no me dará la paz. Puede que él esté en una celda, pero jamás sabrá lo que es que te despojen de tu propio cuerpo. No luchamos por tener un final feliz. Luchamos para decir: "no puedes". Luchamos para pedir responsabilidades. Para sentar precedente. Luchamos porque rezamos por ser las últimas en sentir este tipo de dolor.

¿Por qué preguntan siempre a la víctima cuánto ha bebido? En este caso en concreto, si ya había bebido antes de la fiesta, si le gusta beber con asiduidad, qué llevaba puesto... ¿Qué más da todo eso? ¿Por qué culpar a la víctima y victimizar al agresor? Sin embargo de Turner, su agresor, solo destacaban lo buen alumno que era, el gran deportista que podía llegar a ser, la gran persona, el buen amigo...  ¿Cómo destruir el futuro de un muchacho tan prometedor por veinte minutitos en los que se le fue la mano (y nunca mejor dicho) y cometió un error?  ¡Cuánta rabia he sentido con este libro, madre mía!
Durante el juicio, el jurado se vio obligado a elegir: ¿es un chico íntegro o es un monstruo? Yo, sin embargo, jamás cuestioné que nada de lo que se dijera no fuera verdad. De hecho, necesito que sepáis que todo era verdad. El chico amable que te ayuda con la mudanza y que echa una mano a la gente mayor en la piscina es el mismo que me agredió. Una misma persona puede ser capaz de ambas cosas. Normalmente, a la sociedad le cuesta entender que estas verdades suelen coexistir, que no se excluyen mutuamente. La maldad puede esconderse en una buena persona. Eso es lo terrorífico.

Tengo un nombre (Chanel Miller)

Chanel Miller
Fotografía de www.elle.com

Turner, por supuesto, se declaró inocente de todos los cargos contra él y finalmente un juez lo condenó a seis tristes meses de cárcel de los que acabó cumpliendo solo tres, pero fue tal el impacto de esta sentencia que hasta el propio juez acabó pagándolo un par de años después, sobre todo tras de hacerse pública una declaración escrita de "Emily Doe" que se hizo viral inmediatamente y que se puede leer íntegra al final del libro.
A través de esta lectura vemos los cambios emocionales que se va sucediendo en Chanel, sus ganas de escapar de todo, de esconderse, de ponerse a gritar de repente, de no poder parar de llorar, su falta de confianza en el sistema, su sensación de impotencia y abandono ante esa sentencia ridícula, cómo afectó lo que le ocurrió a su familia, a su hermana, que no pudo dejar de culparse por no estar con ella en aquel momento, a su novio que ni siquiera estaba en la misma ciudad, a sus amigos... cómo afectó a su vida laboral y social... Su testimonio es doloroso y desgarrador en muchos momentos y en otros, sin embargo, también te ríes con ella. No creo que su testimonio busque dar pena, creo que busca una conexión con el lector y a veces querrás abrazarla y en otro momentos reírte con ella.
Creo que es un libro que HAY que leer. Mujeres y hombres. No es una novela, no hay un misterio que te haga estar pegada a las páginas, de hecho creo que es mejor leerlo con calma, asimilando todo lo que fue sintiendo Chanel hasta llegar a esa emotiva, valiente y sincera declaración final. Si algo demuestra su historia es que aunque un proceso pueda ser tan largo y duro que muchas veces solamente te quieras quedar en la cama escondida del mundo, al final es posible volver a construir un comienzo y sobre todo volver a ser feliz.
"Tengo un nombre" es una historia especial, valiente y visceral y si os animáis a leerla, veréis que caló muchísimo en la sociedad americana, a niveles que nunca pudo imaginar y creo que eso, todo el apoyo que recibió, incluso de otras víctimas de abusos sexuales, o de personas como Hillary Clinton o Joe Biden, y lograr que se abriera un debate sobre las violaciones en campus universitarios, fue lo que finalmente la ayudó a mostrar su rostro. Gente con la que había hablado de "ese mediático caso" se quedó muy sorprendida al saber que ella era la víctima, y para todo el mundo ha sido un ejemplo.
Un testimonio maravilloso que ojalá nunca hubiera tenido que escribir, pero que os invito a leer, sin duda.
La agresión sexual entierra al yo. Perdemos la noción de cómo y cuándo se nos permite ocupar un espacio. Nos hace dudar de nuestras capacidades y nos desacredita a la hora de expresarnos.


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