Una vez un amigo me contó un chiste muy tonto, pero al que, con el tiempo, yo le he encontrado mucho significado.El chiste decía que un amigo le preguntaba a otro:-Oye, ¿cómo se dice, serpiente o bicha?Y el otro respondía:-Hombre, ténico-ténico se dice retil.Después, en efecto, en muchas ocasiones y cada vez con más frecuencia, he ido encontrando por los rincones de la vida muchos ejemplos de ese lenguaje supuestamente técnico, empleado a tontas y a locas por quienes pretenden darse una pátina de modernidad e innovación, o darle a una determinada profesión o actividad un lustre tecnológico y ciéntifico, que viste mucho y asombra a algunos.
Por ejemplo, antes de la implantación del lenguaje chupitecnológico, las cocinas tenían una hornilla –de gas, eléctrica o vitrocerámica-, pero ahora tienen zona de cocción. Y tenían también un fregadero o pila, mientras que ahora tienen zona de aguas.
-Pepe, a ver si me desatascas la zona de aguas, hombre.Pero claro, antes los vendedores de muebles y electrodomésticos eran eso, vendedores, mientras que ahora son técnicos, expertos o, como mínimo, consejeros de decoración, siempre prestos y dispuestos para asesorarte sobre tus necesidades de interiorismo. Que las tienes.Por eso mismo, antes, para dormir utilizábamos un somier y un colchón, es decir, lo que se venía denominando una cama, mientras que ahora lo que necesitamos es un equipo de descanso.
- Tengo unas ganas de llegar a casa y meterme en el equipo de descanso…Y yo, cada vez que escucho a alguien hablando en ese plan, asiento con la cabeza mientras pienso: “ténico-ténico”.Otro campo en el que se emplea mucho ese lenguaje técnico que solo conocen los profesionales de pura cepa, es el de la gastronomía. Aparte de los nombres chupichulis que se inventan para no llamar a las cosas por su nombre y hacer pasar una rodaja de merluza rebozada por un manjar exótico y exclusivo, está la cuestión de los verbos.Porque los cocineros, los de verdad, los profesionales modernos, no emplean los verbos reflexivos. Eso se queda para los cocinillas de tres al cuarto y para las amas de casa. Los cocineros de postín no dicen, por ejemplo, “ponemos las patatas al fuego para que se cuezan”, sino “para que cuezan”; y no dicen “cuando se enfríen” sino “cuando enfríen”. Y así con cualquier verbo reflexivo que surja durante la preparación de los alimentos. Será que así sale la comida más buena.Y recuerdo que en un tiempo hubo en la televisión andaluza un programa de cocina en el que un cocinero saleroso jamás utilizaba aceite. No, no, él utilizaba zumo de oliva, así como suena. Y lo repetía constantemente, por si no te habías enterado a la primera.En otros ámbitos, últimamente he oído dos expresiones de lenguaje técnico que me han gustado mucho. Una de ellas es la denominación técnica y moderna de la profesión de portero, que ahora se llama agente de control de acceso...
Y la otra es segmento de ocio, que no es otra cosa que la media hora de recreo del cole. Segmento de ocio. Ahí queda eso.
-Yonatan, como no te calles te quedas sin segmento de ocio.Para terminar, hay dos palabras que he oído recientemente en la tele –ese paraíso lingüístico-, que asombran mucho también, aunque no estoy segura de si son realmente ejemplos de lenguaje técnico, o simplemente de lenguaje memo.Un día, haciendo zapping, pasé de puntillas por un programa en el que un señor decía que “en este país la derecha está handicapada”. Claro, handicapada, es el participio del verbo handicapar, que no existe, pero da igual. Y del mismo modo, una alegre y soleada mañana de domingo, desayunando con la tele puesta (qué insensata fui), topé con un señor que, mientras maquillaba a una modelo, explicaba las virtudes del producto que le estaba aplicando. Y dijo el maquillador, con todo el cuajo, que tal producto “hipertridimensionaliza el rostro”. Y lo más asombroso es que lo dijo así, como el que no hace la cosa, sin asfixiarse ni nada, y se quedó más ancho que largo.
-Ay, qué mala cara tengo. Necesito hipertridimensionalizármela, pero ya.
Pues eso: ténico-ténico.