Teodorico (, 'poderoso sobre el pueblo') era hijo de Teodoredo y hermano de Turismundo, ordenó el asesinato de su hermano sucediéndole como Rey y envió a su hermano Frederico a España, atendiendo la solicitud que le cursó el Emperador Valentiniano III, para que sujetara a los bagaudas que llevaban varios años asolando la Tarraconense en una típica sublevación contra los impuestos imperiales. Esto motivó una nueva incursión de los visigodos en España, que acabaron con la rebelión de los bagaudas.
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Teodorico, Rey Godo
Importantes acontecimientos sacudieron el Imperio Romano. Muerta Gala Placidia, Valentiniano III se entregó, sin freno, a las más bajas y torpes pasiones. Después de asesinar, con su propia espada, al General Aecio, el único que durante largo tiempo había mantenido, con su inteligencia y valor, un Imperio moribundo, el burdo Emperador fijó sus lascivos ojos en la honesta y bella esposa del rico Senador, Petronio Anicio Máximo. Con engaños, la atrajo a Palacio, donde la violó salvajemente, muriendo la infeliz de vergüenza y pesar. Máximo buscó vengarse y dos asesinos le clavaron sus puñales, en pleno día, en el pecho del Emperador. El pueblo romano celebró el asesinato, agradecido de verse libre de semejante elemento. Máximo fue nombrado Emperador, pero cometió el error de querer casarse con Eudoxia, la viuda de Valentiniano III, en contra de su voluntad; además, unió a la hija de ésta, Eudoquia, con su hijo, al que había proclamado César. El vándalo, Genserico, consideró este último hecho como una provocación, pues su hijo y heredero Hunnerico, había sido considerado como el futuro esposo de Eudoquia. Eudoxia llamó en su ayuda a Genserico, que desembarcó con una gran escuadra junto a la desembocadura del Tíber y tomó Roma. Máximo que no era un hombre decidido y valiente, intentó huir, pero sorprendido en su fuga, pereció asesinado por sus soldados. Su Reinado apenas duró tres meses. Durante 14 días los vándalos de Genserico saquearon Roma, que era ya un cadáver. Genserico embarcó de regreso a Cartago, adonde llevó las últimas riquezas de la otrora caput mundi. Junto al rico botín, los vándalos se llevaron a numerosos prisioneros, entre los que se encontraban la Emperatriz Eudoxia y sus dos hijas, Eudoquia y Placidia. La Princesa Eudoquia se convirtió en la esposa de Hunnerico.
Los visigodos, indignados por la destrucción de Roma, se reunieron en Arlés (cerca de Marsella) para elegir un nuevo Emperador. Avito, galo de la Auvernia y procedente de una distinguida familia, General que mandaba el Ejército de las Galias, fue elevado a la púrpura imperial, partiendo inmediatamente a Italia. Los suevos de Galicia, siempre feroces y belicosos, mandados por su caudillo Requiario, saquearon la Tarraconense. Avito pidió a los visigodos que intervinieran para reducir a los díscolos suevos, partiendo Teodorico con un Ejército de visigodos y romanos para castigar a los osados suevos. Ante fuerzas superiores, Requiario se retiró, perseguido por Teodorico, que lo alcanzó cerca de Astorga, junto al río Órbigo, en una llanura conocida como el Páramo, donde en 456 derrotó a los suevos. Requiario, herido, se retiró a Galicia, pero Teodorico insistió en su persecución. La ciudad de portuguesa de Braga le abrió sus puertas para obtener clemencia del visigodo, que respetó las vidas de los suevos que allí había, aunque los hizo prisioneros, saqueó sus casas, despojó templos, derribó altares y convirtió iglesias en caballerizas. Requiario, descubierto en su retiro, fue entregado a Teodorico, que le condenó a muerte. El visigodo bajó por la Lusitania tomando Mérida donde le llegó la noticia de que Avito había sido depuesto por Ricimero, hijo del suevo Ricimero y nieto del Rey visigodo Walia. Ricimero, General de Avito, se sublevó contra el Emperador venciéndole en Plasencia, por lo Avito tuvo que abdicar en 456. Para salvar su vida, se hizo consagrar Obispo, aunque falleciendo poco después. Ricimero, bárbaro por ambas líneas y arriano, se dedicó a nombrar y destituir Emperadores a su antojo, hasta su fallecimiento el año 472.
Teodorico regresó a su capital de Toledo, donde, gracias a las discordias que sufría el Imperio, agrandó sus dominios en las Galias, desde el Loira hasta los Pirineos, mientras el Ejército que dejó en España siguió hostigando a los suevos. Por medios de engaños tomó Astorga, saqueándola y pasando a cuchillo a sus habitantes. Lo mismo hizo con Palencia. Por primera vez los visigodos tomaron conciencia de la Península Ibérica, siendo éste el principio de la dominación visigoda en España. Teodorico quedó dueño de casi toda España, excepto de algunas ciudades que aún dominaban los romanos, donde habían quedado confinados los suevos.
Teodorico debió ser uno de los primeros Reyes visigodos que tuvo una Corte, pues, según dice el Santo Sidonio Apolinar, Obispo de Clermont, que estaba casado con una hija del Emperador Avito y que vivió muy de cerca los acontecimientos de aquellos años, Teodorico
"[...] se levanta antes del día para asistir con poco séquito a las oraciones de sus capellanes [...] Entonces da entrada a los embajadores extranjeros. Teodorico responde con pocas palabras a sus largos discursos".
Al Rey lo describe
"La estatura de Teodorico es mediana, su cabeza redonda, su cabellera espesa y crespa se levanta desde la frente hasta la coronilla; espesas cejas coronan sus ojos, y cuando baja los párpados, sus largas pestañas llegan casi hasta la mitad de las mejillas. Su nariz forma una graciosa curva. Tiene una poblada barba bajo las sienes, pero todos los días la afeita debajo de la nariz y en las partes inferiores del rostro. Su cuello y su barba son regularmente gruesos; y su tez de un blanco de leche, se colorea algunas veces de un sonrosado juvenil [...]".
Lástima que no poseamos una descripción tan minuciosa de otros Reyes visigodos, aunque éstos debieron ser los más característicos. En cuanto a las costumbres y el carácter del Rey visigodo:
" [...] va a visitar sus tesoros o sus establos. Cuando sale de caza se creería poco digno de la dignidad real llevar él mismo su arco; más al presentarse la caza, tiende la mano por detrás, y un esclavo le alarga el arco, cuya cuerda no debe estar armada de antemano, porque se tendría como una molicie indigna del hombre: después, armándola él mismo, os pide que indiquéis el punto donde debe herir, y no bien se le indica, ya está acertado [...]. Después de comer duerme muy poco o nada. Entonces se lleva el tablero de los dados [...]. Si gana, calla, y si pierde sonríe. [...]. A las tres vuelve a cargar sobre él el peso de los negocios [...]. Finalmente, cuando se retira a descansar, por todas partes hay centinelas armados a las puertas del palacio...".
Las continuas guerras en que Teodorico se vio envuelto no debieron permitirle gozar con regularidad de tan placentera vida. En 462, ocupó Narbona, y bajo su Reinado se incorporó al Reino visigodo la Septimania. Después de tantas guerras para extender sus dominios en las Galias, Teodorico murió asesinado por su hermano Eurico, en Tolosa, a finales de 466.
Autor: José Alberto Cepas Palanca para revistadehistoria.es
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BibliografíaRÍOS MAZCARELLE, Manuel. Diccionario de los Reyes de España.