Gilbert Ryle (1900-1976), profesor de metafísica en Oxford en los años 40. Ryle se interesa por las relaciones entre lo material y lo mental, dando cierta primacía a lo físico (fisicalismo) e intentando con ello disolver el mito del dualismo cartesiano.El mito del dualismo cartesiano, el llamado fantasma en la máquina, es un cuento de hadas, dice Ryle, es la representación de los hechos pertenecientes a una categoría mediante las palabras apropiadas a otra. Por eso introduce la llamada “categoría de lo mental”.
La categoría de lo mental
Al utilizar predicados mentales describimos la forma en que las personas dirigen parte de su conducta predominantemente pública. No hay acontecimientos mentales diferentes de los que se dan en otro supuesto estatus de realidad. La vida de una persona no es una doble serie de acontecimientos, mental y física. Hablar de la mente de una persona no es hablar de un depósito que puede albergar objetos que el llamado mundo físico no pueda albergar; es hablar de las capacidades de una persona, sus tendencias e inclinaciones en relación con el mundo ordinario.No hay una vida interior ajena al mundo físico, sino un conjunto de enunciados disposicionales sobre la conducta manifiesta de las personas. Las referencias lingüísticas a cosas que ocurren en la mente se pueden eliminar (y Ryle debería probar que se pueden eliminar efectivamente, cosa que según Ayer no logra del todo, no realiza ningún intento de mostrar que las referencias a estados mentales pueden ser reformuladas en términos de conducta real o posible, es decir, conectar ese mundo mental con el material).En definitiva, Ryle sostiene con dificultad que todas las referencias a la mente deben ser traducibles a referencias a la conducta. En un sentido más flexible, su idea se contenta con sostener que puede darse una descripción correcta, en términos conductuales, de una parte considerable de lo que habitualmente se considera mental. La idea básica es, pues, que lo mental, lo que se supone proceso interno, no consiste más que en el hecho de que la persona de la que se predican ciertos estados mentales se comporta o está dispuesta a comportarse en virtud de esos predicados. No obstante, esto no logra explicar más que una parte de la actividad mental (motivos, impulsos), dejando fuera lo perceptivo, la memoria, la imaginación, y todas aquellos factores que no son fácilmente traducibles a conducta.El logro de Ryle, en este sentido, consiste en haber despejado el camino y evitar así el retorno al dualismo cartesiano (cosa que no pudo hacer la fenomenología), y evitar también otorgar a las sensaciones la categoría de objetos del pensamiento, cosas de la mente, dejándolas bajo la forma de estados o procesos que se predican de los sujetos del pensamiento.Lo mental y la acción
“La imputación de un motivo para una determinada acción no es una inferencia causal con respecto a un suceso no presenciado, sino la subsunción (poner debajo) de una proposición episódica bajo una proposición de tipo legal”.Lo mental: motivos y propósitos de acciones voluntarias, las emociones y los estados de ánimo, transferibles a determinados tipos de conducta (acción). Esta concepción admite la existencia de procesos internos, pero minimiza su importancia. Ryle sostendría la idea de a simultaneidad en la planificación y formulación verbal de una sentencia o estado mental. Los actos voluntarios no existen como tales, o al menos la voluntad no es esencial en la ocurrencia de actos voluntarios (acciones). Y plantea el argumento del absurdo por la regresión al infinito en la búsqueda del primer impulso a la volición
C. B. BROAD