Teorías para amar

Empiezo el año 2012 con una reflexión acerca del amor maternal y todas las múltiples teorías acerca del mismo. Se han escrito cientos de libros sobre la educación infantil en los primeros meses y años de los niños; teorías contrapuestas, ideas revolucionarias, otras escandalosas pero al fin y al cabo, supuestos que intentan enseñar a las madres algo que, al menos eso creo yo, debiéramos llevar innato.
Me ha sorprendido (gratamente) ver cómo en los útlimos meses muchas voces de especialistas y expertos y expertas en varias ramas de la ciencia han escrito a favor de un primer contacto básico y necesario entre una madre y su recién nacido; en defensa de una crianza afectiva y no impositiva; favoreciendo el amor por encima de todo.
Pero es curioso que parte de estos argumentos se basan en un supuesto: todos nuestros actos para con nuestros hijos, desde antes de su nacimiento, dejarán una huella más o menos importante en su subconsciente y contribuirá a forjar su carácter futuro.
Me parece un buen argumento decir que debemos tratar bien a nuestros hijos porque eso afectará a sus sentimientos, desterrando así aquellas terribles frases del tipo, "es muy pequeño y no se entera de nada".
Pero una madre debería querer, amar y proteger a su hijo porque lo quiere. Sin más, y no porque vaya o no vaya a forjar un carácter mejor o peor. Me he dado cuenta que el amor deber tener una justificación científica para poder dar rienda suelta a su naturaleza. Como si hubiéramos llegado a un mundo tan aséptico, frío y calculador, que todo debe tener un beneficio o perjuicio posterior para hacer una u otra elección, incluso el amor a nuestros seres queridos.
El amor en general y el amor maternal en particular, debieran ser totalmente gratuitos. Porque sí, porque queremos a nuestros hijos.