Mark Lenzenweger es un reconocido profesor de la Universidad de Binghamton, que investigó junto con su equipo si la Psicoterapia Centrada en la Transferencia (TFP) producía cambios cerebrales en las mujeres diagnosticadas con el Trastorno de Personalidad Límite o Borderline. Además, también quisieron conocer si esos cambios se traducían en mejoras conductuales.
Diez mujeres diagnósticadas con el trastorno Borderline participaron en el estudio. Se les tomaron imágenes cerebrales con la Resonancia Magnética Funcional (IRMf) durante el año en que recibieron el tratamiento con TFP, una terapia que ha demostrado buenos niveles de efectividad con este tipo de pacientes, pero también ha recibido críticas de la comunidad cienítifica.
Las imágenes demostraron una reducción de la actividad en las áreas cerebrales relacionadas con la reactividad emocional, específicamente en los circuitos fronto-límbicos.
Para Lenzenweger y su equipo, los resultados indican que la TFP puede facilitar la mejoría de los síntomas del trastorno borderline.
“Estos resultados amplían nuestro limitado entendimiento de los mecanismos neuronales asociados con la terapias psicodinámicas,” escribieron los autores. “La activación [en ciertas partes del cerebro] fueron asociadas con mejoras en la conducta, regulación emocional y/o la agresión en las pacientes con trastorno de personalidad *Borderline”.
Hace unos meses leí un artículo del New York Times sobre un creciente movimiento de psicoanalistas que busca el apoyo de las neurociencias para reforzar su credibilidad científica, cosa que han perdido durante los últimos 50 años, y parece que esta investigación es un ejemplo de ello. El problema es que los estudios neurocientíficos tienen importantes limitaciones a la hora de explicar y predecir la conducta porque solo ofrecen correlatos neuronales.
La investigación está disponible en la revista Psychiatry and Clinical Neurosciences y puedes descargarla completa en formato PDF.
Fuente: ScienceDaily