Revista Cine

Tercer Festival de Cine en Derechos Humanos/III

Publicado el 30 mayo 2010 por Diezmartinez
Tercer Festival de Cine en Derechos Humanos/III
Dice un viejo dicho "dime de qué presumes y te diré de qué careces". Después de ver Outrage (EU, 2009), el más reciente documental del especialista Kirby Dick (Twist of Faith/2004, This Film Is Not Yet Rated/2006), uno tendría que afirmar "dime lo que presumes odiar y te diré qué es lo que escondes". En efecto, en 90 minutos de duración, Dick -¿pun intended?- se da a la tarea de hacer una serena, bien informada y sistemática denuncia de la hipocresía de un sector de la clase política estadounidense, que puede aceptar que senadores, diputados, gobernadores, alcaldes y hasta un posible candidato presidencial republicano en 2012 sean gays, siempre y cuando estén bien escondidos en el clóset.
La cinta inicia con el audio del senador republicano por Idaho Larry Craig -el de la bonita foto aquí arriba-, cuando fue interrogado por la policía, después de haber sido detenido en los baños del aeropuerto de Minneapolis por haber solicitado sexo a un vecino de excusado. A lo largo de la película, veremos cómo Craig insiste una y otra vez que no es homosexual, que todo fue un error, que ya no quiere comentar este asunto, mientras es apoyado por su esposa, quien afirma que ella nunca se prestaría para una farsa matrimonial que ocultara la supuesta homosexualidad de su muy conservador y cristiano marido.
El contraste lo dan las imágenes de archivo del exgobernador demócrata de Nueva Jersey Jim McGreevy, el mismo que tuvo que renunciar a su cargo en 2004 cuando fue descubierto que tenía un affaire homosexual con un miembro de su equipo de colaboradores. Al lado, en la conferencia de prensa de la renuncia, la joven esposa de McGreevy aparece con la mirada fija y la sonrisa congelada, apoyando la salida del clóset de su esposo. Sin embargo, en entrevistas posteriores en Outrage, McGreevy y su -ahora- exmujer narran con detalle, por un lado, lo agotador que fue para él llevar esa doble vida durante varias décadas mientras que ella confiesa que nunca sospechó nada de él, por más que nadie se lo crea. Así pues, sin narración en off de ninguna especie, la negativa del senador Craig y la defensa de su mujer tiene un cariz casi risible si no fuera trágico.
La brillante forma en que Kirby ordena toda esta información -imágenes de archivo, noticieros televisivos, entrevistas a las infaltables cabezas parlantes, pequeños textos que aparecen en pantalla- va creando un absorbente discurso acerca de los valores entendidos de la clase política estadounidense y cómo estos mismos valores van siendo minados por algunos individuos que, un buen día, dejaron de mentirle a los demás y a sí mismos para salir felizmente del clóset, como el diputado demócrata de Massachusetts Barney Frank o el diputado republicano por Arizona Jim Kolbe.
Hacia el final de Outrage, la figura del gobernador republicano de Florida Charlie Crist se va imponiendo como triste ejemplo de todo lo que hemos visto: envuelto en varios rumores sobre su homosexualidad, el soltero Crist -estuvo casado hace 20 años sólo por seis meses- ha contraído matrimonio, de manera intempestiva, acaso porque se le menciona como uno de los posibles precandidatos presidenciales del Partido Republicano en las elecciones del 2012.
Lo patético no es un matrimonio que parece a leguas arreglado, sino lo que está detrás. No se trata sólo del afán de seguir viviendo en una mentira -finalmente, es la vida de cada quien-, sino que estos políticos que niegan su homosexualidad son, además, los primeros en negarle los derechos a otros como ellos: son los más conservadores, los más homofóbicos, los que votan siempre en contra de los homosexuales. Así, el asunto ya no es personal sino público: alguien que dice estar en contra de esos "enfermos" y "pervertidos" vota de esa manera porque él mismo se siente "enfermo" y "pervertido" y mostrando ese rechazo -o franco odio- se logra desviar la atención de todos los demás. Esto es patológico. Políticamente patológico.
Y aunque la cinta termina con un dejo de optimismo, con el mismísimo Harvey Milk hablando frente a un micrófono -"salgan del clóset para que todos sepan cuántos y quiénes somos"-, es evidente que la guerra cultural por los derechos de los homosexuales no ha terminado todavía, ni en Estados Unidos ni en ningún otro lugar del mundo. Esta lucha apenas ha empezado y ya es hora que los que deban hacerlo salgan del closet a vivir "su vida loca" y hagan de su culo un papalote. Total: es de ellos.
Outrage se exhibe hoy en Cinépolis Diana 2, a las 22:05 horas.

Volver a la Portada de Logo Paperblog