Revista Cultura y Ocio

Teresa de Lisieux: Historia de una misión

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Teresa de Lisieux: Historia de una misiónCiro García, ocd

Los santos son un don de Dios a la Iglesia, para testificar su gracia y su amor. El caso de Teresa de Ávila (la gran Teresa) es uno de los más paradigmáticos, que se repite tres siglos más tarde en Teresa de Lisieux (la pequeña Teresa). Ambos sobresalen por su dimensión eclesial, apostólica y misionera. Teresa es el don de Dios a la Iglesia del siglo XVI, para testimoniar con su experiencia mística el hecho de la vida de gracia, negada por la Reforma Luterana. Teresita es el regalo de Dios a la Iglesia de finales del siglo XIX, para testimoniar la verdad de un Dios amor y misericordia, presente en la vida de los hombres, pero cuya presencia es abiertamente negada por el naciente ateísmo moderno. No olvidemos que Teresa es contemporá­nea de Marx, Nietzsche y Freud, los tres «santones» del ateísmo moderno.

A propósito de su misión en la Iglesia, escribe un teólogo como Hans Urs von Balthasar, que «Teresa de Lisieux se nos presenta, sin género de duda, con una misión otorgada inmediata­mente por Dios a la Iglesia» y que viene «a esclarecer nuevamente para la cristiandad de hoy determinados aspectos de la revela­ción, a proyectar un sorprendente resplandor sobre verdades conocidas ya indudablemen­te, pero todavía no suficientemente atendidas» (Teresa de Lisieux: Historia de una misión, Herder, Barcelona 1957, p. 24).

Veamos esta «expresa misión doctrinal» a partir de su vocación en la Iglesia, que ella define como una vocación al Amor: «En el corazón de mi Madre, la Iglesia, yo seré el Amor» (Ms B 3-4). Su vocación, descubierta en 1896, es relatada en el Ms. B, dirigido a su hermana María, quien le había pedido que le explicase su doctrina sobre el «caminito». Posteriormente, en el Ms C, dirigido a la M. María de Gonzaga, desarrolla su vocación en el ámbito misionero.

De ahí las dos partes de nuestra exposición: partiendo de los relatos de los Manuscritos B y C, exponemos la historia de su misión en la Iglesia. Esta brota de su profunda vivencia cristiana y religiosa. Uno de los pioneros de los estudios lexovienses afirma que «la vocación religiosa de Teresa de Lisieux es, estrictamente hablando, no contemplativa, sino esencialmente apostólica y, más estrictamente, misionera» (André Combes, Santa Teresa de Lisieux y su misión, Dinor 1957). Cronológica y espiritualmente la dimensión apostólico-misionera vertebra esencialmente su vida, su doctrina y su personalidad. Por eso iremos señalando los principales hitos de su vocación misionera en estrecho paralelismo con las etapas de su vida de maduración espiritual, como dos realidades que constantemente se entrecruzan y se complementan; son como dos relatos entrelazados.

Lee el artículo completo en este enlace

Anuncio publicitarioAjustes de privacidad

Volver a la Portada de Logo Paperblog