Hace unas semanas presentábamos la figura de Teresa de Jesús como mujer que bailaba con ocasión de determinadas fiestas o acontecimientos, movida por un ímpetu gozoso. Hoy, encontramos su imagen de santa danzante junto a un gran grupo de personajes que también danzan. Es en la iglesia de San Gregorio de Nisa (de confesión anglicana-episcopal) en San Francisco (California).
El comentario de Gregorio de Nisa sobre el salmo cincuenta nos da su visión de los pueblos del mundo en armonía, no solo una armonía audible, sino la armonía que se lleva a cabo en una danza. Mientras que otros predicadores antiguos decían que el baile popular, y la música en general, eran moralmente peligrosos, Gregorio de Nisa y su amigo Gregorio Nacianceno exaltaron su uso en la oración de alabanza.
La Iglesia de San Gregorio defiende un concepto amplio de santidad, comunidad de personas que llevan el sello divino, y en las que gracia y pecado alternan, pero prevalece siempre la marca de Dios en ellos, aunque sea desde los márgenes. Entre los santos que aparecen representados en el templo, hay figuras reconocidas de la tradición cristiana como el rey David, la Magdalena, Teresa de Jesús o Francisco de Asís, pero también aparecen miembros de otras religiones no cristianas. En la larga lista encontramos a Darwin, Malcolm X, Ana Frank, William Shakespeare, Lutero, Desmond Tutu… por citar solo algunos. Vemos entre los danzantes a personas de las más diversas profesiones y procedencias. Los hay músicos, artistas, matemáticos, mártires, eruditos, místicos, profetas y pecadores de todos los tiempos. Cuando la asamblea baila en torno al altar, los santos de arriba bailan, proclamando una visión universal de Dios que brilla a través de la vida humana. Cristo guía la danza.
Como nota curiosa, señalamos que hay dos santos españoles: Santa Teresa y fray Bartolomé de las Casas.