Revista Talentos
Hola a todos. Pues por fin parece que toda ha llegado a buen término, aunque con la cautela que merece, lo que ya está claro, es que Teresa Romero ya se ha curado del ébola. Esperemos que ninguna otra persona que la haya tratado caiga en manos de éste terrible virus. Llevaba mucho tiempo queriendo escribir sobre este suceso, pero creí mejor mantener la prudencia y esperar al desenlace. Vaya por delante mi admiración de todos los que se ponen una bata blanca día a día para tratar de curar a nuestros enfermos, médicos, enfermeros, celadores... Yo era, soy y seguiré siendo un total defensor de repatriar a nuestros valientes hombres y mujeres que han decidido, por voluntad propia, arriesgar sus vidas para ayudar a los más necesitados. ¿Cómo podríamos decir?, a todos esos voluntarios, id, haced vuestro labor, ayudad a esos pobrecillos, que tendréis nuestra admiración, pero si enfermáis, no os traeremos. Creo que es de justicia, que es humanitario, que un hombre o una mujer que se ha entregado, reciba toda la ayuda de su país y que además, si así lo quiere, poder venir a morir en su casa, con los suyos. Creo que esto, lo pensamos casi todos, y da igual que sea un misionero (cura), un médico sin fronteras, uno de la cruz roja, una monjita, miembro de una ong, soldados españoles que están por África, los guardias civiles que están ayudando a encontrar a las niñas secuestradas en Nigeria, da igual quien sea, son, nuestros desconocidos héroes de países lejanos. Por lo tanto debemos protegerles y cuidarles en todo lo que sea posible, incluida, la repatriación. Evidentemente algo falló, algún fallo suficientemente importante para que una enfermera haya estado quince días debatiéndose entre la vida y la muerte en una habitación de un hospital de Madrid, algo falló, y debemos averiguarlo y darlo a conocer, para que no vuelva a suceder. Imaginaros, váis por la autopista, a 110, con el cinturón puesto, concentrados en la carretera, no habéis bebido, habéis dormido, estáis en plenas condiciones, cumplis todas las normativas a rajatabla, pero de repente, algo pasa, un rebentón, una mancha de aceite, un animal que se cruza y boom!!!, accidente, no solo corres peligro tú, si no que te puedes llevar a alguien por delante. Casi nadie está preparado para eso, tu lo hiciste todo bien y ahora estás entre la vida y la muerte y has puesto en peligro otras vidas. Existen múltiples posibles para que ocurran terribles accidentes, ajenos a nosotros. Esto pudo pasar con Teresa, o no, pero esto pudo pasar. A mi no me importa mucho como ocurrió lo que ocurrió, excepto para evitarlo en otras ocasiones, me da igual si se tocó la cara o le dio un abrazo al misionero porque lo necesitaba, me da igual, porque Teresa, era y es, una enfermera, que voluntariamente quiso ayudar a otro hombre que voluntariamente dio la vida por los demás. Otra heroína, esta vez, en tierra conocida. Y este detalle, está por encima de cualquier otro. Nunca nos preguntamos, yo el primero, en como se contagiaron los dos misioneros, es evidente, por ayudar, nunca nos preguntamos si fue culpa de ellos, es evidente, no, pues creo de justicia, tampoco hacerlo con Teresa. Ahora solo quedan dos cosas, que se termine de sanar, que lo haga bien y que no caiga nadie más en tan terrible enfermedad, y, de segundo, averiguar si los procedimientos eran los correctos, la formación adecuada y si ha habido errores organizativos y de información, y por supuesto, pulir responsabilidades, en caso de que las haya. Si queréis mi opinión personal os la diré al respecto. Creo, que el hecho de que, por ahora, una sola infectada, de cientos de sanitarios que atendieron a los tres enfermos de ébola, que el hecho se produjera en el segundo infectado y no en el primero, que por lógica debería ser el de mayor riesgo, por la menor formación, información, por la supuesta menor capacidad en equipamientos. También el hecho de que Teresa no fuese una principiante en el tema, puesto que ya había atendido al primer misionero, me hace creer, y es mi opinión, que no se trate de un problema de protocolos y equipamientos, y si, de una mancha de aceite en la carretera. Ahora hay que saber de dónde salió la mancha, esclusas pequeñas, falta de observadores, muchas horas.... Tampoco ayudó la total desinformación del gobierno al principio, del cazurro de sanidad de Madrid (a la calle ya!!), la psicosis creada por medios de comunicación y partidos políticos, que piensan más en un voto que en el problema. Teresa muy pronto ya no abrirá noticieros ni programas de debate, ahora ya importa más Ratos, Blesas y demás jetas, porque dejará de ser importante el ébola, porque por desgracia, cuando esto pase, volverá a ser un problema de negritos y de voluntarios, y nosotros a lo nuestro..... o no. Darle mi enhorabuena a Teresa y a toda su familia. Mi admiración por todos los sanitarios que trataron, tratan y tratarán a enfermos, y en especial, a todos los que arriesgan su vida en donde está realmente el problema, en África, no los olvidemos. Ahí tengo yo una amiga de juventud, en Sierra Leona, luchando, para que los problemas de ellos, no nos salpiquen en nuestras cómodas poltronas, la mía, la primera, a ver si aprendemos. Un abrazo.