Revista Opinión
Ternura hay que tener y mucha. Estamos en un lugar que es inhóspito, muy duro, como una corteza impenetrable de un muro blindado a todas las ternuras que se nos escapan.
No fluye la empatía, la honradez, la certeza de la vida impecable de algunos seres y hay que disfrutar, sin más.
Pero -siempre existen peros- hay personas, animales y cosas que no admiten se les importune.
Quieren tener impoluto 'su' dominio.
¿Qué queremos ser en la vida?
Intuimos que ya nada será lo mismo, que por mucho que lo intentemos y busquemos con ahínco, la ternura, ya se nos escapó en este mundo que, -como he escrito alguna vez- no está, ni se le espera.
Existen otras directrices que nos han ido inoculando pacientemente con un arte sibilino incluso, silenciosamente.
Miramos y no vemos ni sentimos la verdadera ternura.