A ello debe unirse una competencia cada vez más incisiva del comercio electrónico con precios muy competitivos. Frente a todos estos inconvenientes, las estrategias de mercadotecnia pueden no ser suficientes. Y esa pérdida de competitividad incide en todos. No solamente en los propietarios de la firma sino también en la recaudación municipal, autonómica y estatal.
Las salidas que pueden ofrecerse no son fáciles de encontrar. Una reducción de la presión tributaria redundaría en una caída de los ingresos públicos que se produciría de todos modos ante el cierre de los negocios.En mayo de 2013, el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Industria y Emprendimiento, Antonio Tajani, declaró que España tiene que apostar por la industria y las Pymes rebajando impuestos. Recomienda para nuestro país defender lo que funciona bien y cambiar aquellos sectores en los que se puede mejorar (« La Vanguardia » de 13 de mayo).En cualquier ciudad eminentemente comercial, cabe profundizar aún más encontrando soluciones viables que a todos satisfagan. Me refiero a las regulaciones administrativas que impiden la libre iniciativa e inversión para fomentar un comercio que a todos beneficia.El problema de las terrazas de bares, restaurantes, cafeterías, heladerías, chocolaterías, teterías, tabernas y hoteles en la vía pública es uno de esos temas en donde deberían analizarse exigencias de seguridad, movilidad y patrimonio verde, establecidas por el Ayuntamiento, junto al aspecto estético, funcional y de esparcimiento. Porque no encuentro equitativo soportar una presión fiscal alta con altas restricciones a la libertad de gestión empresarial.Normalizar o no un modelo en concreto de mobiliario urbano móvil y desmontable acorde con las condiciones de la vía pública ha sido empleado por alcaldes de otras ciudades. Unas indicaciones mínimas permitirían evitar un espectáculo visual tan poco afortunado y tan poco íntimo como es el compuesto por una mesa , una sombrilla playera y cuatro sillas en plena vía. El sentirse parte de un escaparate no es una sensación tan extraña o mejor, el sentirse como mobiliario urbano removible no es grato para quien busca un momento mínimo de sosiego. Que de todo el hombre necesita.Hablamos de merchansididng, que es la parte de la mercadotecnia que tiene por objeto aumentar la rentabilidad en el punto de venta. No debería haber problema alguno en este punto. Y, sin embargo, se supedita todo a lo permitido o no en la ordenanza, olvidándose la estética y el buen gusto.Otras ciudades, es posible que con ordenanzas diferentes, facilitan el establecimiento de mobiliario de verano. Con ello se alcanzan dos objetivos: embellecen las vías públicas y obtienen un beneficio económico en plena crisis.Estamos tan inmersos en la problemática macroeconómica que nadie repara ya en estos pequeños detalles, que son los productores de la prosperidad más cercana: para el empresario, para el Ayuntamiento, para el desempleado.Confrontar soluciones dadas en otras ciudades e incluso de otros países siempre es positivo porque a lo mejor, las inercias locales, hacer lo de siempre, no es ni lo más eficiente, ni lo más idóneo para alcanzar toda productividad posible.