Llega el verano y con él las terrazas invasivas, esas que acaparan gran parte de la acera impidiendo el paso de los viandantes o el acceso a alguna de las viviendas. También es momento de ruido en la calle y de molestar al vecino. Una vez más nos encontramos con un conflicto clásico de gran polaridad: el de los vecinos que comparten sin quererlo terrazas con los clientes de los bares.
Terrazas invasivas y sus limitaciones

Terrazas invasivas. ¿Dónde se encuentra el equilibrio entre los derechos del establecimiento y el de los vecinos?
Unos derechos chocan contra otros: el derecho a ejercer un negocio, a un ocio adecuado y el derecho al descanso. ¿Debería de haber más control sobre el efecto de las terrazas invasivas? Creo que básicamente hay dos problemas que no se controlan lo suficiente: el alcance de las terrazas en extensión y ubicación y el ruido excesivo que una falta de civismo acaba provocando en muchas de ellas. Tres son las cuestiones que se deberían de controlar: que el local autorizado no sobrepase los metros que se le han asignado para la instalación de la terraza, que se mida el nivel de ruido a partir de determinados horarios y que se cumpla el horario de cierre. Creo que todo eso, bien llevado, no debería de molestar a nadie.
La polémica este año ha empezado en Madrid con el endurecimiento de los controles en plena temporada alta. Lo de que los controles se realicen en temporada alta parece lógico y normal puesto que si el control de las terrazas se hace en invierno va a resultar ser una tontería, así que las quejas por estos controles me parecen un poco desproporcionadas. Es cierto que no sé lo duros que están siendo con los controles, pero si básicamente se limitan a comprobar que se cumple la normativa, tampoco es que me parezca mal; al fin y al cabo, si se incumple con alargamiento de horarios, ruido excesivo o terrazas invasivas que acaparan más espacio del autorizado, alguien lo tendrá que controlar porque eso está perjudicando a vecinos y viandantes, y todos tienen sus derechos, no solo los hosteleros y sus clientes.
El problema principal parece estar en el posible cambio de ordenanza, algo más dura en este aspecto, y en si todavía es aplicable la normativa antigua que parece que quedó prorrogada.
De momento parece que no ha habido sanciones y solo son medidas informativas, dando plazos para su cumplimiento. Las actuales terrazas se están instalando a 50 centímetros del mobiliario urbano y se quiere exigir que la distancia mínima sea de 1,5 metros. Personalmente me parece lógico si queremos poder circular por la calle de manera adecuada y cómoda, pero eso supondrá la reducción de terrazas y con ello podrían peligrar parte de los ingresos de ciertos locales en temporada alta, precisamente cuando recuperan pérdidas de otros meses de escasa actividad.
Como siempre, el problema está en encontrar el equilibrio sin entrar en excesivas prohibiciones (mis lectores saben que no soy partidario de prohibiciones). Hay quien habla de derechos adquiridos , y no les falta razón, pero esos mismos derechos adquiridos por los establecimientos por el uso continuado de las terrazas fueron en su momento usurpados a los vecinos. Volvemos a lo mismo: buscar el equilibrio.
En cualquier caso la temporada está en marcha y si las terrazas cumplen con lo previsto en la antigua normativa, tampoco habría que hacer más que informar sobre posibles cambios o reajustes futuros para ir mentalizando.
¿Y tú?, ¿qué opinas de las terrazas invasivas?
Ramón Cerdá