Ante todo mi pesar por la pérdida de vidas en un país que admiro y quiero. Pero inmediatamente me surgen preguntas. La primera es ¿qué le pasa a este mundo que no para de ser azotado por una cosa u otra? Después me pregunto como me va a afectar a mi y a mis ahorros (lo siento, es la razón de ser de este blog). Y me respondo: mal en el corto plazo, pero quizás no tan mal en el largo plazo.
Que a corto plazo está siendo negativo para las bolsas es obvio. Han caído las cotizaciones en Asia y en Europa. Quizás menos en América, pero habrá que ver como evolucionan la semana que viene. Especial impacto en las reaseguradoras, como Munich Re, lo que me ha hecho perder un buen pico.
Aunque el impacto negativo se confunde con el de los otros dos factores que siguen impidiendo la recuperación: los disturbios en los países árabes (Libia en especial) y su impacto en el precio del petroleo y las consabidas dudas sobre las finanzas públicas de Europa e incluso de los EEUU.
A medio plazo, lo que está ocurriendo en Japón, aparte del drama humano, que ese es fatal e insalvable ya, podemos ver un efecto positivo: la movilización del ahorro japonés para reconstruir la parte destruida del país. Estamos en un mundo interconectado. Todo afecta a todos. Y el mal de hoy puede ser un bien para mañana. Desde luego, en ese sentido, el terremoto ha ocurrido en el país mejor preparado para ello. Lo siento por los queridos japoneses, pero me alegro por el mundo en general.
Eso sí, si mañana no nos llevamos otro susto y nos enfrentamos a otra catástrofe…