Revista Cine

Terremoto: La Falla de San Andrés, y otras más

Por Cinéfilo Criticón @cinefilocritic

Tengo cierta debilidad para el cine catástrofe, y más cuando se tratan de terremotos.

Desde pequeño siempre tuve la curiosidad de investigar sobre placas tectónicas por el simple hecho que durante varios años la zona en donde vivo experimentó varios sismos: el terremoto de Northridge de 1994 fue uno para no olvidar porque nos mantuvo despiertos desde las 4:50 AM. Además que existe la estúpida idea entre mucha gente ignorante que la península de Baja California algún día estará bajo el agua. Así que fue inevitable buscar información o de plano empezar a empacar maletas para encontrar otra ubicación más segura.

Hace tiempo que no teníamos una película como Terremoto (San Andreas). La mayoría de las películas catástrofe ya vienen incluidas con el paquete de cómic y pues ya no eran necesarios estos desechos anticuados de otras épocas.

Carla-Gugino-TERREMOTO

Las películas basadas en algún tipo de desastre: náutico, extraterrestre, o en este caso, tectónico; se supone que buscan canalizar un sentimiento primordial de sobrevivencia que todos instintivamente alguna vez llegamos a experimentar. Al menos eso era lo que ingenuamente pensaba, hasta que llegó este filme y destruyó todas mis expectativas.

Tengo que aclarar que no esperaba una maravilla épica, ni nada trascendental. Es más, mis expectativas eran mínimas: destrucción masiva, gente corriendo, desgracias a toneladas. Lo que no imagine era lo absolutamente idiota que resultó ser. Quisiera usar otra palabra, pero hay niños presentes.

El libreto de Carlton Cuse es desecho en todo el sentido de la palabra. Ni tan siquiera se tomó el tiempo de buscar en Wikipedia el mecanismo de un sismo, el sistema de fallas o por lo menos un video de You Tube con imágenes de un tsunami. No estoy buscando exactitud científica, se que no es un documental, y que debe de haber una tolerancia para que la trama se desarrolle, pero esto cae en lo más desagradable que el cine puede producir.

Blake Gaines-TERREMOTO

Ya no es noticia que Dwayne Johnson es capaz de sostener una producción, o que Carla Gugino está severamente desperdiciada por Hollywood con papeles desechables. Ni que decir del bufón que se ha vuelto Paul Giamatti con su papel de Rhino y ahora de científico con expresiones de asombro cuando logra predecir un sismo. Dentro de lo que cabe, se intenta rellenar la fórmula con buenos actores que logren darle vida a este desecho.

Y se preguntarán: ¿por qué algunos pregonan que la película es entretenida? Simplemente porque lo único que les importa es ver ilusiones sin cuestionamientos. Es el llevar al extremo el escenario de destrucción lo que motiva la atención de la audiencia y eso es lo más triste que puede suceder.

Da risa el mirar la destrucción de cientos de edificios sin ninguna consecuencia para los protagonistas. Si pensaba que 2012 de Emmerich estaba de locos, ahora con Terremoto pienso que hemos llegado a un nivel más bajo.

Dwayne-Johnson-TERREMOTO

En el pasado las herramientas virtuales eran un lujo el cual se tenía que utilizar en menor cantidad. La emoción provenía de los personajes, o en muchos casos del poder del protagónico para complacer. Claro que existía el avance tecnológico, si no pregúntenle a James Cameron, pero había cierta lógica dentro del libreto que todas esas cosas maravillosas como cyborgs del futuro podían ser una realidad.

Aquí el propósito es llevar a Dwayne Johnson en una misión de rescate para que haga uso de sus múltiples habilidades de aviación, conducción de auto pick-up y navegación en lancha. Anexa un conflicto marital, una hija en peligro, y tenemos una película llamada Terremoto.

Este género, como otros, te exige un amplio margen de credulidad. Literalmente mientras compras tu boleto debes de estar conciente que todo lo que este en pantalla es una mezcla letal de ilusiones. En eso no hay pecado, pero si cuando la exigencia es extrema a cambio de tan poco.


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