Revista Cine
Título original: Territories
Año: 2010
Duración: 95 min.
País: Canadá
Director: Olivier Abbou
Guión: Olivier Abbou, Thibault Lang Willar
Música: Clément Tery
Fotografía: Karim Hussain
Reparto: Roc LaFortune, Sean Devine, Nicole Leroux, Cristina Rosato, Michael Mando, Alex Weiner, Stephen Shellen, Tim Rozon, Caroline Redekopp
La tortura es, sin duda, el método más expeditivo que existe de conseguir algo de alguien. En mi opinión hay dos grupos de torturadores, el que siente placer al ejecutar su trabajo o el que se queda indiferente ante el dolor ajeno, los del primer grupo son sádicos, enfermos, crueles; los del segundo grupo son los denominados profesionales, perfectamente preparados para infringir dolor en aras de conseguir su objetivo. ¿Cuál de los dos es peor?, la verdad es que no me gustaría comprobarlo. Para el torturado, en cambio, el mal provocado por la tortura es el cenit del horror, no puede hacer nada, está totalmente indefenso, impotente. Primeramente pasa por su cabeza mantener su integridad y no ceder ante sus verdugos, poco a poco, no obstante su voluntad se va debilitando. Se aferra a la vida como a un clavo ardiendo, y al final no duda en creer sus propias mentiras y, si tiene que acusar a alguien cercano, no duda lo más mínimo. Hay que preguntarse que siente después una persona que ha sido torturada. Tanto si ha cedido a sus verdugos como si no lo ha hecho. Realmente espeluznante. Hasta ahora he estado hablando de la tortura física, la tortura mental quizás sea peor puesto que conseguir dominar la voluntad de un individuo sin ni siquiera tocarle, raya en el puro maquiavelismo. En la vida cotidiana a veces nos encontramos con situaciones que, desgraciadamente, se parecen en exceso a la tortura.
Un grupo de amigos vuelven a casa en su 4X4 después de una boda. De repente se topan con un control de la policía, en realidad solo son dos policías y un pastor alemán, el incidente pasa justo en la frontera de Canadá con Estados Unidos. Lo que pasará a continuación se parece más a “El Castillo” de Kafka que a una vulgar situación cotidiana. Ante el asombro del espectador la situación se va complicando poco a poco, y realmente asistimos compungidos a la barbarie de despropósitos que se sucede en la pantalla.
Magnífica película canadiense que juega magistralmente con el absurdo. Sin quererlo nos hace tomar partido enseguida, nos abalanza contra la pantalla, nos mete en la historia a trompicones. El guión es excelente y juega con diversos matices que lo hacen muy interesante. Por un lado la perversión, por otro lado la locura, también, porque no decirlo, la amistad. En medio de todo ello el recuerdo de Guantánamo, con las atrocidades que allí se cometieron. La dirección de este film se nos antoja firme y consistente ya que es una historia que tiene que explicarse de esa manera, sin vacilar y eso se nota en el acabado final. Las interpretaciones también son sublimes, realmente muy creíbles y convincentes. Un detalle muy bueno es la evolución de la infección bucal de una de las víctimas, brutal. Resumiendo, tanto técnicamente como artísticamente la podemos definir como redonda.
Creo que ya está todo dicho. Como la vimos dentro de la increíble sesión de las 12 Horas del Festival de Cinema de Terror de Molins de Rei de este año, quedo un poco diluida entre la avalancha de buen cine proyectado, pero es, sin duda, un film magnífico.
Firma: Josep M. Luzán.