Revista Coaching

Territorios

Por Joseluisp

Territorios

El tiburón es un animal territorial. También lo es el león y, en general, casi todos los felinos. Este comportamiento territorial no es exclusivo de algunos mamíferos, también la puede encontrar en algunas especies pertenecientes al reino de las aves, los peces, los reptiles, los anfibios o los insectos.

El impulso territorial es una estrategia evolutiva. Todos los seres vivos inician cada día con el único propósito de satisfacer sus necesidades más básicas (alimentación, refugio, reproducción…), así como de defenderse de quienes representan una amenaza a la hora de satisfacer estos instintos. Al finalizar el día nada importa lo conseguido, después vendrá un nuevo día y será necesario partir de cero para reiniciar la carrera.

Algunas especies encontraron una estrategia para simplificar este proceso y hacer su vida más sencilla: en primer lugar ocupar un territorio donde se puedan satisfacer fácilmente las necesidades asociadas a la alimentación, el refugio y la reproducción. En segundo lugar, excluir a los demás de la utilización de este territorio, defendiéndolo de cualquier posible invasor.

El comportamiento territorial explica una gran revolución en la especie humana: la Era Agrícola. Grupos de homínidos comenzaron a asentarse en aquellos territorios donde encontraban la seguridad y la abundancia para ocuparlos y defenderlos ante posibles invasores. La estrategia territorial facilitaba el objetivo principal del grupo: la supervivencia física. Para fortalecer esta estrategia se idearon formas de delimitar los territorios y que fueran percibidos como un espacio vetado a los demás. También se desarrollaron códigos para diferenciarse de otros territorios y así poder detectar cualquier persona extraña al grupo.

Annette Simmons considera que este impulso territorial se encuentra detrás de las maniobras y de los juegos de poder que jugamos en el mundo de las organizaciones. En la Era de la Información nuestro objetivo es la supervivencia física y psicológica dentro nuestras organizaciones. A través de ellas nos aseguramos no solo nuestras necesidades más básicas, sino también aquellas que corresponden a nuestra autoestima, a nuestro reconocimiento social y nuestro desarrollo personal. Actualmente, la carrera por nuestra supervivencia consiste en una carrera para conseguir recursos, recompensas, beneficios, seguridad y reconocimientos.

La forma más sencilla para conseguirlos y asegurarlos, tal y como hicieron nuestros antepasados, es ocupando un territorio. En el siglo XXI el territorio a conquistar se encuentra en la información, en las relaciones y en las posiciones de autoridad. La información, garantiza la supervivencia dentro de la organización, lo que explica aquellos comportamientos para acumular, proteger, robar, destruir o manipular información. Las relaciones, también permiten tener acceso a fuentes de información, lo que explica los comportamientos orientados a establecer, desarrollar y proteger contactos como forma de incrementar la base de poder de las personas. Finalmente tener autoridad para la toma de decisiones, o acceder a las personas que las toman también facilita nuestra supervivencia, al tiempo que refuerza nuestra autoestima personal.

El comportamiento territorial nos aleja de la cooperación. Es el impulso que se encuentra detrás de muchos de los juegos de poder que hemos analizado recientemente (exclusión, pactos, muros invisibles, descrédito…). Lo sorprendente es que, en miles de años, la estructura del juego no ha cambiado: unas necesidades a satisfacer a nivel personal o grupal, un territorio que permite satisfacerlas y el deseo urgente de ocupar este territorio y defenderlo de cualquier invasor que represente una amenaza. Interesante.


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