Dudo que algún día lleguemos a saber con certeza quién o quiénes lanzaron el misil que derribó un avión de Malasia al este de Ucrania y provocó la muerte de sus 298 ocupantes. Estados Unidos ya se ha adelantado a culpar a los rebeldes prorrusos de la autoproclamada república independiente de Donetsk y, desde luego, son los principales sospechosos. Mas conviene no adelantar acontecimientos ni señalar tan pronto a los responsables de la masacre. En una guerra, y lo que sucede desde hace meses en el este de Ucrania es una guerra con todas las letras y consecuencias, la primera baja es la verdad. Antes de hacer acusaciones conviene esperar a que se realice una investigación rigurosa e independiente para determinar de dónde partió el misil terrorista y quién lo lanzó contra un avión comercial con pasajeros pacíficos a bordo.
Está claro que hay responsables directos e indirectos, por acción y por omisión. Desde luego, entre los primeros están quienes lanzaron el misil. Para señalarlos se precisa conocer si la zona desde la que se disparó estaba bajo control separatista o ucranio y a partir de ahí determinar cuál de las dos partes en conflicto causó la masacre y por qué. Cabe la posibilidad de que el misil partiera de territorio ruso, lanzado con el fin de apoyar las acciones de los independentistas contra el ejército ucranio y tras confundir la aeronave malasia con un avión espía. Parece menos probable pero no debería descartarse aunque Putin se haya apresurado a eximirse de toda responsabilidad. Estas son las responsabilidades directas que deberá dirimir la investigación si quien la realiza puede gozar de la independencia necesaria para hacer su trabajo con rigor.
Pasemos a los responsables indirectos, a los que pudieron haber hecho mucho más para evitar esta escabechina humana. Está en primer lugar la Agencia Europea de Seguridad Aérea, que aún no ha explicado por qué no había advertido a las compañías de la peligrosidad de la ruta por la que volaba el avión malasio. El conflicto en Ucrania data del otoño pasado pero a la agencia en cuestión – se pregunta uno a qué se dedica realmente - no se le debe de haber pasado por la cabeza que convenía dar un rodeo. Tampoco hicieron lo propio las compañías aéreas que, ahora, después de la tragedia de ayer, han anunciado que evitaran sobrevolar el área del conflicto aunque eso suponga gastar un poco más en combustible o escalas. Una vez más ha vuelto a primar el ahorro de costes y los beneficios sobre la seguridad de los pasajeros.
Y en tercer término de responsabilidad, pero no menor, están quienes han atizado este estúpido conflicto en el centro de Europa y quienes no han sido capaces – empezando por los Estados Unidos y continuando por la mortecina Unión Europea – de hacer nada significativo para detenerlo. En este grupo de responsabilidades, sin duda la más grave recae sobre Putin y su manía megalómana y expansionista. Él dio alas al separatismo anexionándose Crimea con la fuerza militar enmascarada en una farsa de referéndum y, a partir de ahí, la mecha prendió en toda la región con un conflicto de final impredecible pero en el que los independentistas cuentan con el apoyo y la comprensión de Moscú. Kiev, por su parte, abandonado a su suerte por una inoperante diplomacia internacional norteamericana y europea, se ha embarcado en una guerra para salvar la honra nacional que a todas luces tiene perdida ante el gigante ruso.
Ese es, a grandes rasgos, el telón de fondo del terrible acto terrorista de ayer. Serán los gobiernos de Holanda – de dónde eran nacionales la mayor parte de las víctimas- y Malasia los que deban exigir y vigilar para que la investigación aclare lo sucedido y señale a los responsables directos para que sean juzgados y paguen por el incalificable acto de ayer. Y aunque sea tarde ya para las víctimas inocentes y sus familias, los responsables indirectos de esta masacre – Rusia, EEUU, la UE y la ONU - no pueden seguir aplicando o consintiendo la política de hechos consumados desarrollada en Ucrania en los últimos meses y permitiendo que se consolide un status quo que vulnera los principios más elementales del Derecho Internacional. Porque esa y no otra ha sido precisamente la causa original y primera de lo ocurrido ayer y por la que han pagado con sus vidas 298 inocentes.