Ya es lunes en la madrugada, no podría haber peor día para estar despierto conduciendo por carretera.
Me dirijo a mi destino, una pequeña villa lejos de la ciudad donde vive mi abuela, voy solo y este carro viejo no tiene radio, mi celular no tiene señal y las condiciones de este camino no me permite acelerar demasiado aun así debo seguir mi camino. Ya estoy lejos y el tanque de gasolina no lo llene, crei que seria mas cerca, me siento algo estúpido. El tanque está vacío y este cacharro viejo se apaga, tendré que seguir a pie, no creo que falte demasiado y entre más rápido llegue a la villa en donde mi abuela mejor, además conseguiré algo de combustible y volvere por esta chatarra.
Debo llevar un galón de gasolina “ya me siento como caperucita roja cuando va a visitar a su abuela”. Mientras camino comienza a llover ¡maldita sea! y tan solo estoy como a 200 metros del auto, creo que mejor me devuelvo y duermo un rato, debo correr ya está empezando a llover fuerte, casi no se ve nada por este camino ni un poste de luz y ni la luna o alguna estrella me acompaña con el cielo lleno de nubes.
Llegue a mi auto y ya estoy mojado considerablemente, esto ya es una tormenta, me siento en el asiento trasero porque es más cómodo para dormir. Me acuesto en el asiento y mientras estoy acostado veo a alguien… una mujer está mirando por ventana al interior del auto, casi me muero de un infarto, no esperaba que alguien estuviera a estas horas por este camino tan desolado. Le abro la puerta para que entre y no se moje, “vaya es algo atractiva”, piel trigueña, ojos grandes, pestañas largas, labios delgados, un vestido con flores, un sombrero pequeño con el adorno de un moño. Empezamos a conversar un poco y me dice:
-me dirijo a mi casa. Vivo en la villa.
-¿por qué a esta hora?
-es una larga historia
-“parece que le incomodo la pregunta”. Bueno mejor que no te mojes. ¿a cuánto estamos de la villa?
-a unos cuantos kilómetros. Caminando son como siete horas.
Me miró a los ojos y parece asustada, no tardó en notar que está completamente seca, con esta tormenta debería estar un poco mojada…
¡Creo que me quede dormido! Ya son las 7 de la mañana y la joven mujer no está. No puedo creer que me haya quedado dormido, y ¿donde esta la mujer?, ¡que extraño! Creo que debo seguir mi camino.
Emprendo mi caminata y cuando llevo aproximadamente 2 kilómetros del trayecto pasa un hombre ya de edad en un Jeep antiguo. ¡Que buen hombre se ofreció a llevarme!. Conversamos y me dice que vio mi auto unos kilómetros atrás, en medio de la conversación me siento con confianza para contarle mi extraño suceso con aquella mujer, él guarda silencio, detiene el Jeep y me pregunta “¿cómo era la mujer?”. Le digo que la mujer era de piel trigueña, ojos grandes y pestañas largas, labios delgados, un vestido con flores, un sombrero pequeño con el adorno de un moño. Me mostró una foto de una mujer y en efecto era la misma.
“Ella es mi hija” dice el hombre, guarda silencio un momento… y con voz quebrada me dice: Ella estaba en la ciudad estudiando, era universitaria. En unas vacaciones venía a visitarnos y por alguna razón tuvo que caminar por este camino en la noche… el hombre rompió en llanto, ya me sentía algo incómodo, se calmó un poco y me dice: ella murió hace 8 años.