Caminaba sin rumbo,
danzando por la vida,
siempre dando tumbos,
siempre a la deriva.
Recorría continentes,
aprendía mil idiomas,
conocía mucha gente,
pero muy pocas personas.
Me lanzaba a los abismos,
por soltar adrenalina,
y me buscaba a mí mismo
en cada hueco, en cada esquina.
Mas no supe realmente
dónde me encontraba
hasta el día en que tuve
entre mis manos tu mirada.
Vi tu foto y removiste
mi alma y todo mi interior.
Vi tu foto y me dijiste:
Mírame, así soy yo.
Y entonces comprendí,
tras haberte encontrado
que tú eras para mí
sin haberte yo buscado.
Pues mi alma ya sabía,
antes ya de conocerte,
que tan terrorífico es perderte
como magnífico tenerte.
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