Que en virtud del Concordato entre España y el Vaticano se valore el conocimiento de la religión católica en la escuela como cualquier asignatura, matemáticas o ciencias naturales, le ha facilitado lógicamente iguales derechos a otras creencias: estamos en democracia.
Por eso las religiones “con notorio arraigo”, protestante, musulmana y judía, también tienen profesores de su asignatura pagados por el Estado en las escuelas públicas.
La enseñanza islámica es singular porque para todas sus sectas, chiitas, sunitas y otras, el Corán es la palabra textual dictada por Alá, y no se presta a exegesis racional alguna.
Los otros credos renunciaron a la textualidad de sus libros sagrados, a veces violenta, aunque hay curas vascos, y curas y pastores anglicanos norirlandeses, que los usaron hasta ayer para predicar sus guerras santas.
Para numerosos musulmanes los versículos coránicos sanguinarios son más recomendables que los pacíficos, por lo que cualquier exceso de fe puede conducir así a la yihad.
El problema que provocan quienes eligen religión en lugar de valores sociales no es que por aprender el Padrenuestro o el Creacionismo reciban una nota tan valiosa como por saber trigonometría.
El problema es que cualquier profesor de islam puede enseñar solamente textos del Corán y los hadizes que conducen a la guerra santa, y conceder igual nota por esos conocimientos fácilmente practicables.
Además, la sharia como materia escolar pagada por el Estado y convertida en base de la vida de niños en España les impide su integración sociocultural plena.
Al amparo del multiculturalismo en el Reino Unido hay escuelas, públicas y privadas, que son ya madrasas ocultas que fabrican fanáticos.
El terrorismo, asignatura: hay chicos y chicas británicos que van a Siria, Irak y Libia --y eso solo de momento--, a asesinar para el Estado Islámico y su Califato.
Así que opine usted sobre si conviene o no que en una democracia cualquier religión sea una asignatura escolar que pueda formar a terroristas.
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SALAS