Teruel también existe

Teruel también existe

Soy de los privilegiados, no sé si muchos o pocos, que están disfrutando de este final de puente. Y espero que  no sea el último, con la que está cayendo y las ganas que tienen de reducirnos estos pequeños placeres que esperamos con ansia. Después de afrontar con dificultad el último trimestre del año, de semanas de incertidumbre, de primas de riesgo por las nubes, de trabajos precarios y escasamente remunerados, de miedo en el cuerpo con los recortes que vendrán, de informativos de caras largas, necesitaba cambiar de aires. Y he descubierto un pequeño paraíso dentro de la península: la sierra de Albarracín. Porque Teruel también existe ¡Y vaya que si existe! Paisajes frondosos llenos de agua que conviven a la vuelta de la esquina con lugares rocosos, maltratados por el clima adverso pero con un encanto especial. Recovecos singulares que invitan a quedarse. Lugares, en algunos casos llenos de visitantes como Albarracín, que te ofrecen una paz que difícilmente encuentras en otros sitios y mucho menos en una gran ciudad. Inviernos duros de nieve, carreteras de montaña sinuosas que esquivan barrancos impresionantes, desfiladeros que antaño tuvieron que suponer un quebradero de cabeza a los lugareños, sonido de agua, viento, caza… Un espacio natural que no hay que perderse.