Revista En Femenino

Test O’Sullivan o prueba del azúcar

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

No me preguntéis por qué, pero estando de 9 semanas y 3 días (el jueves pasado) tuve que hacerme el Test O’Sullivan por la Seguridad Social.

El Test O’Sullivan es una analítica que se realiza 60 minutos después de haber ingerido 50 gramos de glucosa, con un dudable sabor a naranja, pero que fresquito, entra bastante bien. En esos 60 minutos de espera no se puede comer, ni beber, ni caminar en exceso más que para ir a hacer pipí.

No es una prueba diagnóstica de diabetes gestacional, pero si da positivo, habría que realizar el Test de Tolerancia Oral a la Glucosa, o también conocido como “la curva larga”, para descartar o confirmar la diabetes.

Antes de nada, quiero dejar claro que:

Soy menor de 30 años.

No tengo antecedentes de diabetes.

No he dejado de leer comentarios de otras chicas a las que no se lo han hecho hasta las 24 semanas de embarazo aproximadamente, y entonces salía la coletilla “será por la comunidad autónoma”. Pues tampoco. Aquí en Cataluña conozco casos de primera mano que hasta las 24 semanas nada de nada.

Y, ¿por qué yo si? Pues porque la ginecóloga tenía el día tonto, supongo.

Me hicieron esta analítica a la vez que el cribado del primer trimestre con los marcadores para el Triple Screening. Es el análisis que me solicitaron en mi visita al tocólogo de la Seguridad Social.

Tuve que hacer un cambio de turno en el trabajo para poder ir por la mañana al hospital a hacerlo. Sabía que por la tarde, y al día siguiente, estaría hecha un asco. No me equivocaba.

Cuando llegué al hospital y llegó mi turno, una enfermera super simpática me hizo beberme delante de ella la glucosa. Me dio las indicaciones de no moverme apenas durante los 60 minutos siguientes. Y así lo hice. ¡Qué aburrimiento!

Pasada esa hora, maridín y yo nos acercamos al box de nuevo para avisar de que tenían que sacarme sangre. Éramos unas 6 embarazadas esperando, que independientemente del orden de llegada, entrábamos según la hora que ponía que tenían que sacarnos sangre. Obvio, ¿verdad?

La enfermera había cambiado. La que había ahora era mayor, con cara de patata frita rancia.

Hago un inciso. Mis venas son diminutas. No se ven y son muy finas, y para sacarme sangre, las únicas personas que lo han hecho bien hasta ahora, han sido las de los laboratorios privados a los que he estado yendo todo este tiempo. Hay que tener paciencia para sacarme sangre, y no remover la aguja, porque entonces me mareo y la cosa se alarga.

La butaca en la que me senté, tenía el apoya brazos en la izquierda, por lo que yo, lógicamente, puse mi brazo izquierdo ahí.

La enfermera sacó la aguja-mariposa que va enganchada a un artilugio-engancha-tubos (fijo que tiene un nombre), y vi como preparaba ni más ni menos que 8 tubos.

Me pinchó haciéndome un daño horrible, pero de ahí no salía sangre. “Pues no lo entiendo, ¡si he pinchado la vena!”. Le dije que normalmente en el brazo derecho me lo encontraban muy bien, y encima ¡me echó la bronca por no habérselo dicho!

“¡Y a mí que me cuenta señora, por qué cojones tiene usted el apoya brazos aquí! ¡Comuníquese con las personas y todo irá mejor!” Evidentemente esto estaba en mi cabeza.

Me pidió el brazo derecho para pincharme en él, teniendo que retorcerme en la butaca para ponérselo delante mientras tenía el brazo izquierdo encogido apretando la gasa que me había puesto. Comodidad absoluta.

Sacó otro artilugio mariposil y me hincó la aguja con ganas la hijadeputa (lo siento, pero tenía que decirlo). Y empezó a rellenar tubos a una velocidad media-baja.

Cuando iba por el 4º tubo, empezó a vibrarme la vena. Le pregunté por qué pasaba eso, y me dijo que “el tubo demanda más de lo que da tu vena“. Así que pensó que era buena idea separar la aguja del brazo y ponerla más perpendicular.

¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHH!!!!!!!

“¿Cómo? ¿Te duele?”

Dejé de ser simpática. Le dije que si, que me estaba haciendo daño y que había que tener paciencia para sacarme sangre. Y entonces dejó tener cara de patata frita rancia y fue más amable. “¿Es tu primer embarazo? No te preocupes, después de este análisis ya no te pedirán tantos tubos”.

Sé perfectamente qué significaba ese dolor, y es el mismo que tuve cuando en un análisis la aguja absorbía la propia vena. Es que me da hasta ganas de vomitar de recordar ese dolor. Aquella vez el hematoma se me extendió por todo el brazo. Por suerte esta vez apenas hay nada, porque enseguida puso la aguja en posición normal, y yo estuve apretando durante horas para evitarlo.

Salí de allí con ganas de llorar. Tengo un trauma con los dichosos análisis de sangre y había olvidado la ineptitud de algunas personas.

Al día siguiente, el viernes, llamé al hospital para saber el resultado del Test O’Sullivan. Me dijeron que el valor había salido alterado y tendría que hacer la curva larga, es decir, el Test de Tolerancia a la Glucosa o TTOG. Tendría que ir al hospital a recoger una dieta que tendría que hacer los 3 días previos al análisis y a pedir cita.

Estaba en un descanso del trabajo, habiendo dormido 5 horas. Estaba cansada y muy sensible. Cuando colgué, me eché a llorar y llamé a maridín. “Mira lo que me han dicho, tengo que volver a beber más mierda y a que me destrocen los brazos”.

Él me tranquilizó, y me dijo que no le diese mayor importancia. Qué haríamos la dieta juntos y que esa prueba saldría bien. En ese momento no pensaba en la diabetes gestacional, sino en tener que volver a que me pinchasen otra vez, y lo peor de todo, estar ahí 3 horas.

Se me pasó el bajón del momento, y entonces entendí que lo más importante de todo es que yo esté bien para que Bolita esté bien.

Y así estoy. Haciendo una dieta especial para poder enfrentarme a esa dichosa prueba de la que ya os hablaré otro día.

¿Alguien en la sala ha tenido diabetes gestacional?


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