Testamento Espiritual
José de Tapia
Pionero de la escuela Freinet en México, a propósito del Primer Día de Clases.
Soy un hombre lleno de amor porque así me educaron. Por eso creo en la educación de la niñez a quien he entregado mi larga vida.
Criaturas de hoy que serán los hombres y mujeres del mañana, busquen un mundo lleno de amor, de igualdad, de unidad, de dignidad… en donde el hombre ya no explote al hombre, en donde las riquezas estén bien repartidas, en donde el trabajo dignifique a la mujer y al hombre, en donde las mujeres y los hombres sean completamente libres y responsables de su libertad.
Madres, padres y maestros, sean consecuentes entre cuanto dicen y practican. Si creen en algo, háganlo y no sólo pronunciando palabras. Sean auténticos consigo mismos. Dejen hablar a los hechos y guarden la lengua. Pequeños, no se dejen impresionar por cuanto escuchan. Cuestionen. No se fijen tanto en los dichos del hombre como en sus actos. Si las palabras y la conducta no concuerdan, es un charlatán quien les habla. Sean críticos. Por favor no acepten sin cuestionar cuanto aquí les digo.
Maestros, madres y padres de familia cultiven en los niños personalidades preparadas para el cambio. Sean sencillos, sinceros, cariñosos y pacientes con sus discípulos e hijos. A la vez sean enérgicos y exigentes. No llenen a los niños de mimos pues los harán fatuos. La amistad y el respeto hacia el niño y la niña engendra respeto y cariño en él y ella; la opresión y el castigo, en cambio, provocan miedo y rencor en los pequeños. A ustedes les toca escoger la siembra y levantar la cosecha.
Niños cuiden la escuela. Les pertenece espiritual y materialmente. Ustedes son la razón de su existencia. La escuela se abrió para que gocen intensa y responsablemente, para que trabajen en ella con plena libertad.
Padres, madres y maestros, dejen que los niños tengan completa libertad para hablar, discutir y escribir todo cuanto quieran. Así se irán haciendo hombres y mujeres responsables.
Chicos, exprésense libremente. No teman al qué dirán. Suelten su lengua y su lápiz, con respeto y dignidad, digan y escriban siempre la verdad.
Maestros, preocúpense por su escuela ¡Escúchenme bien! Para ser maestro no basta con cumplir los horarios. Para cumplir bien, aparte del tiempo destinado, se requiere tener corazón, corazón, corazón.
Escuchen maestros si tienen un chico con problema en el salón es precisamente a ese al que tienen que atender y comprender y darle todo el cariño del mundo.
Madres y padres de familia, no se olviden de la primaria en donde se han forjado sus hijos.
Maestras. Maestros. Conserven nuestra escuela como algo muy preciado. No escatimen esfuerzos en hacer todo lo necesario para mejorarla. Escuchen siempre a los niños, a sus madres, a sus padres y a sus colegas, cuando necesiten decirles algo.
Niños, tengan respeto hacia todos y háganse respetar. Usen su voluntad y sean constantes hasta terminar todo cuanto comiencen. Lean, estudien y razonen mucho en la vida. Sus conocimientos y sus vivencias son de las poquísimas cosas que nadie les podrá quitar.
Maestros, procuren tratar a todos los muchachos por igual, a pesar de ciertas diferencias, pues seguramente las tendrán. No hagan menos a algún crío. Los chicos razonan y sienten las diferencias mucho más de lo que ustedes se pueden imaginar.
Pequeños, sean creativos y muy espontáneos en el trabajo escolar. No lo olviden, en la vida hay aspectos muy sencillos y profundos a la vez.
Madres y padres de familia, colaboren sinceramente con los maestros de sus hijos. A ellos les han encomendado lo más sagrado de ustedes. Procuren conocer y convivir con los maestros para lograr un mejor entendimiento entre todos. Estén cerca de la escuela.
Niños, padres, madres y maestros, prácticamente no tengo nada material que darles. Por eso les dejo este testamento espiritual. Si a lo largo de sus vidas les resulta útil cuanto les encomiendo, no dejen de recordar a este viejo, pero muy viejo maestro Pepe, quien les entrega sinceramente su corazón.
–José de Tapia y Bujalance co-fundador de la Escuela Manuel Bartolomé Cossío. Escrito del libro: Un maestro singular. Vida, pensamiento y obra de José de Tapia y Bujalance.