Revista Historia

Testimonio de un superviviente armenio

Por Santi




Tuve ciertos reparos antes de transcribir este documento. Y es que hasta la fecha no había incluido en el blog ningún artículo "duro" (y los hay mucho más duros, creedme).
Me vi ante dos opciones: mantener un blog con artículos de historia contemporánea "amables", esto es, un blog selectivo, en el que se incluya o excluya la historia según cómo afecte a nuestra sensibilidad; o incluir lo que viniese: aquello que fue, como fue, fielmente y sin censuras, de las que -al menos en este campo- no soy amigo.
Me decanté finalmente por la segunda opción, sólo así podría traeros esos documentos relacionados con los genocidios del pasado siglo que ya anuncié ayer.
Testimonio de un superviviente armenio
Un armenio superviviente de los campos de Siria relata la masacre de Deir-Zor en 1916

Atención: el texto puede herir la sensibilidad del lector
Tras la marcha del anterior subprefecto de Deir-Zor, fue nombrado muttessarif Zeki bey, que había estado destinado antes en Everek. Se instaló entonces en la ciudad una comisión dirigida por Turki bey, al parecer para [ocuparse] de la instalación de los deportados: pero, en realidad, se trataba de una comisión encargada de exterminarlos.
El diputado de Deir-Zor, Muhammed Ifta, Hassan Djesim y su hermano desempeñaron un papel muy importante en la organización de esta masacre.
En la región de Deir-Zor había aproximadamente cien mil deportados armenios. Antes incluso de la expedición (sekiyat), Zeki bey hizo encarcelar a ciento cincuenta de las personas más educadas. Entre éstas había gente como el pastor Hagop Zeytuntsian, de Marach, doctor en Filosofía y Teología de la Universidad de Denver , a quien Zeki propinó quinientos bastonazos: el desgraciado tenía la carne de los pies tan machacada que hubo que llevarle al matadero de Cheddadiyé. Lo mismo le sucedió a la señorita Araskia Djémbédjian, educada en el Birmingham Woodbrosk: Zeki empezó por encarcelarla, y luego la despachó.
Los chechenos escoltaban a cada grupo de estos deportados armenios a lo largo de la Djéziré, en la [otra] orilla del Éufrates, hacia la aldea de Murrât, a una hora de camino. También llevaron a varios grupos más abajo, a Suvar, situado a un dia de marcha. Nuestro convoy, compuesto de 25 000 personas, permaneció muy poco tiempo en Murrât: los chechenos nos escoltaron rápidamente a Suvar, a orillas del Jabur. Por el camino, habíamos podido constatar que los muertos de ambos sexos eran presa de los cuervos. A orillas del Jabur, vimos flotar a la deriva cientos de cadáveres atados entre sí por los brazos, algunos de los cuales estaban mutilados. Eran los últimos restos de las víctimas de la masacre de Cheddadiyé. Los chechenos dividieron nuestro convoy de 25 000 personas en ocho-diez grupos y afirmaron que iban a enviarnos a Alepo por la carretera de Ras ul-Aïn. Pero en lugar de a Alepo, los enviaron hacia la otra ladera de una montaña situada entre Suvar y Cheddadiyé, al desierto de Mergheda, y allí los masacraron. Los árabes también deshonraron y violaron a chiquillas de menos de diez años, y arrojaron al Jabur a un centenar de jóvenes huérfanos que venían de Murrât. De esta población de cien mil almas, Zeki solo dejó dos cientas tiendas en Suvar. Él y Turki bey reclamaron dos mil libras de oro para salvarlos, prometiéndoles que les harían construir casas y los instalarian en ellas. Para escapar [a la muerte] reunimos la suma deseada en una noche y se la entregamos. Un día después, Suleyman bey vino a vernos y nos rogó que fuéramos a la subprefectura para redactar y firmar un recibo que indicara que la suma entregada era una donación a la Media Luna Roja, pues temía que Constantinopla procediera a un control [de las actividades] del subrefecto (muttessarif). Doscientas personas acudieron a la subperfectura para firmar el documento. Dos días más tarde, atados entre sí por los brazos, fueron masacradas a dos horas al sur de Suvar. Había llegado nuestro turno. Entre nosotros quedaban pocos hombres. Nos pusieron también en marcha hacia los alrededores de Cheddadiyé. Durante el trayecto, nos obligaron a hacer un alto. Mientras curioseábamos por los alrededores, yo y un amigo nos encontramos con un pequeño valle cubierto de sangre seca. Ascendimos un poco y descubrimos cerca de quinientos cadáveres de todos los sexos:algunos estaban decapitados, otros tenían las cabezas machacadas, otros estaban desmembrados. Habían servido de alimento a las aves de presa. Volvimos con los nuestros y retomamos el camino. Durante la ruta, los chechenos y los árabes separaron del grupo a una parte [ de los deportados] y fueron a despedazarlos un poco más lejos. Esa misma noche, tras haberlo discutido con siete de mis compañeros, decidimos fugarnos. Finalmente logramos evadirnos, pero nos costó bastante. Nos enteramos de que, un día después, el resto de nuestro convoy había sido masacrado. Huímos y, tras pasar veinte días en la carretera, logramos por fin escapar [de la muerte].
Los verdaderos responsables y autores de las masacres de Deir-Zor son el subprefecto Zeki Bey, el diputado de Deir-Zor Turki bey, Hüssein Djessim y su hermano, los entre noventa y cien irregulares chechenos y sus jefes, Suleyman bey, Muhhamed bey, Haïdar Moustafa y otros. En la actualidad, éstos están tranquilamente instalados y viven a su antojo al norte de Ras ul-Aïn, en un lugar llamado Sefa. Es importante recordar las frases pronunciadas por Zeki bey: "No debe quedar un armenio [capaz] de decir buenos días. Si me entero de que las venas de alguno de vosotros contienen algo de piedad hacia los armenios, os las corto y os las arranco. ¡Armenios! Voy a enviaros a las orillas del Jabur y a construiros allí una Armenia. Seré su rey, y vosotros me daréis una reina". En Suvar dijo también: <<¡Oh, armenios!, ahora os encontrais en el desierto de Suvar, ¿qué dios podría salvaros de mis garras? Que venga y os salve>>.
DIKRAN BERBERIAN.
Texto publicado en la Revue d'historie arménienne contemporaine, tomo II, 1998, pp.199-200
mapa de www.mundohistoria.org
Saludos

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