Revista Solidaridad

Testimonio de una alumna del @CrmfSf sobre la falta de #accesibilidad y #barreras en su viaje a Marruecos

Por Visicruces @visicruces

marruecos inaccesible

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Me hago eco del testimonio de Carmen Mª Martínez, el cual aparece en la página 20 del Boletín nº19 del @CrmfSf.

Carmen Mª, nos narra la odisea de su viaje a causa de la inaccesibilidad de Marruecos e incluso de los medios de transporte.

Os dejo aquí el artículo:

La aventura comienza en el ferry Tarifa-Tánger cuando me surge la necesidad de ir al baño y me acompaña una señora marroquí de avanzada edad empleada del barco, y que abría la puerta del aseo cada quince segundos, dejándome sin intimidad alguna e impidiéndome, por tanto, solventar mis necesidades. Al parecer, dicha señora,
era la encargada de facilitarnos papel higiénico en cantidades mínimas que para la mayoría no es suficiente.

Tras la aventura del ferry, conseguimos llegar al puerto de Tánger sin haber podido aún hacer uso de un baño y desesperada por poder hacerlo. En el bar del puerto,un hombre muy amable se ofrece a
acompañarme al servicio. Tras superar varios impedimentos para llegar a éste,como el hecho de abandonar mi silla para poder subir, sin exageraciones, un escalón de 30cm, logro llegar al aseo y me encuentro un boquete en el suelo, y dos huellas para indicarnos dónde colocar los pies, por lo que opté por buscar otro lugar,
ya que me era imposible acceder a él.

Mi necesidad urgía cada vez más, y no encontraba manera o lugar donde poder satisfacerla y el mismo señor que me acompañó al “agujero” que él entendía como baño, me llevó nuevamente en mi silla por varias cuestas, hasta entrar de nuevo en el puerto y pasar por aduana.

Una vez cruzada la frontera, llegué a un edificio donde sí había lo que muchos entendemos por aseo con sus dos señorasmayores de pequeña estatura, y provistasde papel higiénico en sus bolsillos, que se
encargaban de repartir, al igual que en el barco, en pequeñas porciones.

Dadas las circunstancias y la urgencia del asunto,tuve que levantarme otra vez de la silla,pues ésta no entraba por la estrecha puerta del aseo, y con la ayuda de las dos señoras que me sirvieron de apoyo, o mejor dicho, me sirvieron de “muletas humanas” para poder acceder al servicio,pude por fin cumplir mi cometido.

Llegando a Larache, al fin descubro un WC normal en casa de la hermana de Majd. Aprovechando la estancia, todas las mañanas, nos tomábamos un té con el desayuno, y nos disponíamos para ir
a dar una vuelta, tomando siempre la precaución de hacer uso del baño, antes de salir. Nos habituamos a ir a un café donde las mujeres brillaban por su ausencia. No pude disfrutar mucho del lugar por el miedo de, al tomar líquidos, verme en la misma mujer del establecimiento, y para colmo rubia, el mero hecho de preguntar dónde estaba el aseo me resultaba vergonzoso, pues ya de por sí llamaba mucho la atención a los clientes del establecimiento.

Finalmente, debo reconocer que le cogí manía al café.
Pese a las precauciones tomadas, la madre naturaleza imperaba y hubo un par de ocasiones en las que tuve que hacer uso de los baños públicos. Afortunadamente, un amigo de Majd, Mustafá, tuvo la amabilidad de acompañarme en un par de ocasiones al hotel Europa donde, después de solventar muchos obstáculos, conseguía llegar a un baño ubicado en un patio tras varias bajadas y subidas de escalones que gracias a Mustafá, pude superar.

A pesar de lo cómico del asunto, puedo afirmar que el hecho de tener alguna discapacidad y vivir en Marruecos adquiere mayor gravedad. Pues la simple iniciativa de ir a dar un paseo sola es totalmente imposible. No sólo por las necesidades fisiológicas de ir a un baño, las calles y escalones son obstáculos insalvables, por lo que siempre requieres de alguna ayuda de aquel que se preste.

Cada vez que salía a pasear con mi pareja, la cual también tiene problemas de movilidad, requeríamos de la compañía de sus amigos, pues el mero hecho de entrar en una tienda a comprar souvenirs,suponía salvar uno o varios escalones de una altura considerable.

Estos escalones no sólo los podías ver en las entradas de
las tiendas, también eran muy comunes en los accesos a las casas y en las acerasen las que nunca vi una rampa o algo que se asemejara.

Por otro lado el asfaltado de las calles era bastante irregular y un peligro para todos aquellos que tengamos problemas de movilidad, no pensemos sólo en personas en sillas de ruedas, tenemos que tener en cuenta también a aquellos que vayan con
muletas, andadores o personas mayores que debido a su edad, no tienen mucha agilidad al caminar.

Aún así, si buscamos el lado positivo, cabe destacar la amabilidad de los marroquíes que no dudan en prestar ayuda a aquel que pueda necesitarla.

Están más libres de prejuicios y son más cercanos. De hecho, gracias a ellos mi viaje fue mucho más grato.

Si nos paramos a pensar, en términos generales, ser discapacitado y vivir en Marruecos conlleva no poder salir a la calle y tener una escasa vida social. En Marruecos, no se ven personas con discapacidad por las calles, pero eso no quiere decir que no haya; la falta de adaptaciones en la ciudad y en las casas, los obligan a encerrarse, y si aquí dar un paseo nos puede resultar
algunas veces dificultoso, allí se convierte en algo impracticable.

Testimonio y artículo de Carmen María Martínez
Alumna del @socpsf del C.R.M.F. de San Fernando

Publicado en este blog con permiso del S.O.C.P. del C.R.M.F. de San Fernando.

Para leer el boletín:

http://es.calameo.com/read/0002653970c2f6a776718


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